domingo, 6 de mayo de 2018

VUELO EN TIERRA



Entró por equivocación a un show bar, se sentó en un banco alto, tenía piernas largas, tobillo y rodillas finas, las tetas no eran compradas, un push up las redondeaba y un top con lentejuelas negras, destacaba la blancura de su piel de terciopelo. La minifalda que le sostenía el culo, era de seda negra, discreta y sensual, al borde del banco. El Barman se acercó abandonando a otros clientes que estaban antes que la muñeca pelirroja. Tenía voz grave, susurrada. El Barman se vio obligado, acercó el oído, quería un tequila con sal y limón abundante, lo pensaron sus ojos entornados, de gato perezoso.
   —Traeme dos tequilas, puedo esperar que atiendas a los parroquianos anteriores.
   Escucharon silbidos de aprobación a la pelirroja, un chico apareció de la nada, con un fagot. Se ubicó a tres bancos de los tequilas, sus melodías irlandesas medievales dormían sueños y despertaban corazones. El joven tomó uno de los tequilas, con espacios de miradas de pájaro manso. —Tomá tranquilo, en homenaje al fagot y vos.
   Con el brazo extendido acarició el pelo lacio del músico y le entregó una tarjeta pequeña e inquietante. Arrojó con delicadeza el valor de lo consumido. Con una pashmina que alaba su partida, la tragó la noche en un vuelo errante. El joven, con lentitud de sabio, la siguió sin pensar.
   La tarjeta cayó al piso, fue pisada, escupida, quemada, por hombres distraídos, incapaces de inventar un dios aunque no exista.

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