jueves, 10 de mayo de 2018

OPCIONES



   Voy a la odontóloga porque hace psicoanálisis y me siento mejor. No digo bien, porque no sé cómo es estar bien. A excepción de los saludos furtivos: —¿Cómo estás!?
   —Estoy bien.
   Miento sin culpa. Como estoy loca y se me nota, le pregunto a mi analista: —Georgi, te pido un favor, acá traigo dos elementos, palillos para abrir la boca y uno finito de metal, para ver si tengo caries. Mirame y decime, si no, me voy y no te pago. Los palillos y el de acero se los robé a mi odontóloga.
   Muy buen dentista mi psi, hay olor a amalgama en su consultorio.
   Una vez por semana me cortan las uñas de los pies, yo no llego con el alicate, tengo una panza tan gorda que no me doblo. Viene la podóloga y antes de su tarea, le pido que me haga masajes en las piernas, brazos, hombros, cuello y cabeza. Si noto su agotamiento le digo que se vaya, no le pago, porque su trabajo era cortarme las pezuñas pieceras y no cumplió.
   El clínico me manda a hacer análisis de toda índole.
   —Se ve, Doc, que tenés amigos para los distintos órganos de una persona, como si uno fuera pedazos y los otros supieran el pedazo del hígado y nada más, los riñones y nada más, el corazón y nada más. Ustedes los médicos están locos. Si somos todos una totalidad ¿por qué nos tratan en pedacitos? Encima se mandan cartitas  entre ustedes, que nos derivan a otros doctos, que con esos resultados, vuelven a mandar cartitas a otros carteristas y al final te achuran.
   Yo jamás voy al médico, el apéndice me lo operé con una cuchilla filosa y lo que quedó, con la aspiradora manual, dejé la zona impecable. Me cosí punto cruz, me dolió, pero el whisky tomado con generosidad, anestesia.
   Cuando la vesícula no me dio más de piedras, usé un sacacorchos, lo hendí en el lugar y por un agujero, como la boca de un vino tinto, las fui sacando de a una. El vino me lo tomé, dormí como un ángel y desperté sana, sin dolor y sin vesícula, claro.
   Para cada rubro de enfermedades del cuerpo, tengo autosoluciones.
   Escribí mis experiencias a una editorial de cuarta, que se hizo rica ella y rica yo, con el librito “Mi médico soy yo”. Voy por la cuarta edición, desde que cambié su nombre por “Operaciones autogestantes”, modifiqué el perfil para que tuviera distinción.
   Piden volúmenes en todos los idiomas. Da pena cómo en la carrera de medicina, la cantidad de alumnos tiende a disminuir día a día. Finalmente, compran mi libro.

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