No es de buena
persona, promover una cola de tres horas a temperaturas bajo cero, a la
intemperie y los arbitrarios vientos arrafagados, que parecen arrancarnos de
las paredes. En este pueblucho tenemos un Intredente incapaz de ver que un
viejito colero se está poniendo azul y no decidir una techada, una calefacción
cenital, por poner un ejemplo entre cientos, el tipo es un incapaz.
A mí las
injusticias me tornan insolente, bizarra, grosera: pero tengo algo que en este
tiempo ha dejado de importar, si quiero hablar bien, en un lenguaje coloquial
civilizado, puedo hacerlo. Hablo de la mañana de hoy, soy una persona vieja pero con un espíritu
adolescente, polenta, setentista, sobreviviente y luchadora. Después que me
congelé fui al Contador para entregar casi todo el dinero que tenía en el
Banco. Hay una chica que atiende los pacientes del Contador, allí nos
enfermamos todos, los números se transforman en un virus que no te abandona.
Con toda su santa paciencia, me explica por qué es esta retención, por qué debo
pagar ahora o ahora, por qué el Impuesto a las Ganancias supera a mis ingresos,
dejo de escuchar estos argumentos, que son argucias del robo y me retiro.
Paso por el Edificio
Latrocida y desde la puerta grito: —¡Borlunghi Chorro!
Luego paso por
el costado y repito mis epítetos con la voz ensordecedora del odio y la
impotencia. Hoy había un tipejo con cara de forro, que hablaba de mis dichos,
por un telefonito. Venían dos canas en sentido contrario y el muy boludo dijo:
—Agentes,
detengan a esa mujer que insulta al magno edificio y llama chorro a su máxima
autoridad.
Los canas lo
miraron: —¿Y por qué?, si la mujer tiene razón.
Sigo caminando,
entre hojas secas, haciendo sanguchitos de soretes. El magno edificio ¡¿cómo no
a va estar rodeado de mierda?! Los perros opinan, hasta ellos se dan cuenta.
Cuando voy por
mitad de cuadra escucho:
—¡Señora! ¡Señora! ¡Señora!
Giro y era el
tipo del telefonito: —¿Qué necesitás?
Puso cara de importante: —Soy de Radio Bosta
y quisiera que por este medio, me explique a qué se debe su disconformidad.
—Si no sabés vos…debe
ser que alguien te dará unos manguitos, robados al pueblucho.

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