Hoy nos
levantamos a las seis para llegar primero. El rito de prepararse, desayunar,
tomar unos mates al llamado tripero y la ducha rápida. Él, hoy olvidó los
anteojos.
—Lo lamento, no
traje los míos.
Se enoja
consigo, se enoja conmigo, putea el andar errático del tránsito. Corrí a la
fila, sólo cinco personas audaces y molestas viven a dos cuadras.
—¿Uds por qué
vienen a chupar frío tan temprano?
Me miran mal: —Yo
quiero ser el primero.-Dijo uno-.
Los otros tenían
el mismo argumento. Llegó él, agitado de puchos nocturnos y tres matutinos:
—Tengo
que cargar la tarjeta de estacionamiento, vos quédate en el lugar, abren a las
diez, antes llego, no te preocupes.
Me dice al oído:
—La plata de los impuestos la llevo yo, es mejor, por las dudas…
Abrieron el
Banco a las diez, él no llegaba. Entré y pedí un número. Me fijé en la cartera,
estaban las tres boletas sin importancia, luz, gas, agua, prolijas como le
gusta a él, pero del dinero ni noticias. Crucé a la plaza, yo estaba helada,
cero grados y necesitaba aire. “Ya va a pasar”-Me decía a mí misma-.”Ya va a
pasar…”
Pasó en una Minicooper,
con otro hombre que yo desconocía. Fumaban un habano cada uno, se reían, él
miró el banco de la plaza y a mí, le causé risa, llegó a la carcajada y en un
andar errático, desapareció.
—¿Ve Oficial por
qué asiento mi denuncia?
El Oficial
preguntó al Cabo: —¿Esta Sra, pagó los
impuestos?
El Cabo movió la
cabeza negando. El Oficial dijo: —Lo siento Sra, pero no puedo tomar denuncias
de personas que no pagan sus impuestos, órdenes de arriba.

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