Había una mujer
embarazada con un chico de dos años que pedía caramelos y uno de cuatro que lo arrastraba por el piso
como un lampazo. El Banco recién abría, la mujer fue la primera, porque llegó
dos horas antes, pero el de dos escapó al cordón de la vereda.
—Andá buscale. -Decía
la mujer al de cuatro-.Que perdemos el lugar.
Puso su enorme
panza entre el más chico que largo a largo no despegaba de las baldosas y el
grande que tiraba del vestido de la madre. En esos minutos se colaron tres viejos,
dos mujeres operadas y tres de la Fuerza Aérea, todos sabían, pero todos ponían
cara de fastidio porque la mujer y los chicos se convirtieron en un impedimento
para pasar rápido. El custodio de la puerta miraba su reloj como a un diamante.
Un Sr de edad mediana, se acercó a la señora de las desgracias: —Señora, por su
estado tiene derecho a pasar primero, es por Ley.
La mujer ni
sonrió y pasó por un lado y salió por el otro, sin haber hecho su trámite, el
ventanillero, quitándose los mocos le dijo: —Sin número, no, vaya y pida uno.
La mujer sacó un
celular pringoso, sin crédito y el custodio le señaló que no hablara con el
celu dentro del Banco.
Un anciano con
bastón se arrastraba para conseguir el Certificado de Supervivencia, cuando
estaba por llegar, se derrumbó sobre sí mismo, un Médico casual le hizo los
primeros auxilios, pero el viejito seguía desmayado, llegó la ambulancia
después de una hora. Curiosos lo rodeaban, quitándole oxígeno. Lo pusieron en
una camilla y al andar se le salió una rueda, que a los hijos de la embarazada
les vino bárbaro, para jugar. Los camilleros, con ojeras de dos días de guardia,
levantaron la camilla prescindiendo de las ruedas. Cuando salieron, algunos se
acercaron al Médico que lo auxilió y el tipo dijo que era lamentable, que habían
cesado sus latidos.
En el medio del
infierno, tres adolescentes formando un círculo de charla, tipeaban sus celus,
mientras miraban fotos. Cuando pasó la camilla, la que pasaba imágenes, fue
empujada: —¡Ay loco qué bestia, casi me hacés caer!
El tipo de
Informes tarjeteros, escritorio por medio, hablaba con una familia, mientras sumergía
una media luna en una taza de café con leche. Los sacaba de dudas, en tanto les
tiraba migas mojadas a los anteojos del cliente. Terminó de explicarles con la
boca llena, no se le entendía nada. Una chica le contaba a una señora, que ese
empleado ligó piñas del público, dos veces en un mes, pero como es cuñado del
Gerente…
La mujer
embarazada rompió bolsa, los de la Fuerza Aérea la metieron en la ambulancia
junto con los niños y el viejito que ya no. El camión de Prosegur se ubicó
atravesando la ambulancia, dos micros estaban cruzados delante de Prosegur,
delante de la ambulancia y de un Taxi con un Señor, con cara de hacer favores, porque
uno de los niños de la parturienta, saltó de la ambulancia, decidió llevarlo al
Hospital.
Cruzados de
brazos, tres azulitos, unos verdecitos y cuatro Policías Federales, miraban sin
mover un ápice de sus cuerpos.

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