viernes, 1 de junio de 2018

ABRE A LAS DIEZ



   Había una mujer embarazada con un chico de dos años que pedía caramelos  y uno de cuatro que lo arrastraba por el piso como un lampazo. El Banco recién abría, la mujer fue la primera, porque llegó dos horas antes, pero el de dos escapó al cordón de la vereda.
   —Andá buscale. -Decía la mujer al de cuatro-.Que perdemos el lugar.
   Puso su enorme panza entre el más chico que largo a largo no despegaba de las baldosas y el grande que tiraba del vestido de la madre. En esos minutos se colaron tres viejos, dos mujeres operadas y tres de la Fuerza Aérea, todos sabían, pero todos ponían cara de fastidio porque la mujer y los chicos se convirtieron en un impedimento para pasar rápido. El custodio de la puerta miraba su reloj como a un diamante. Un Sr de edad mediana, se acercó a la señora de las desgracias: —Señora, por su estado tiene derecho a pasar primero, es por Ley.
   La mujer ni sonrió y pasó por un lado y salió por el otro, sin haber hecho su trámite, el ventanillero, quitándose los mocos le dijo: —Sin número, no, vaya y pida uno.
   La mujer sacó un celular pringoso, sin crédito y el custodio le señaló que no hablara con el celu dentro del Banco.
   Un anciano con bastón se arrastraba para conseguir el Certificado de Supervivencia, cuando estaba por llegar, se derrumbó sobre sí mismo, un Médico casual le hizo los primeros auxilios, pero el viejito seguía desmayado, llegó la ambulancia después de una hora. Curiosos lo rodeaban, quitándole oxígeno. Lo pusieron en una camilla y al andar se le salió una rueda, que a los hijos de la embarazada les vino bárbaro, para jugar. Los camilleros, con ojeras de dos días de guardia, levantaron la camilla prescindiendo de las ruedas. Cuando salieron, algunos se acercaron al Médico que lo auxilió y el tipo dijo que era lamentable, que habían cesado sus latidos.
   En el medio del infierno, tres adolescentes formando un círculo de charla, tipeaban sus celus, mientras miraban fotos. Cuando pasó la camilla, la que pasaba imágenes, fue empujada: —¡Ay loco qué bestia, casi me hacés caer!
   El tipo de Informes tarjeteros, escritorio por medio, hablaba con una familia, mientras sumergía una media luna en una taza de café con leche. Los sacaba de dudas, en tanto les tiraba migas mojadas a los anteojos del cliente. Terminó de explicarles con la boca llena, no se le entendía nada. Una chica le contaba a una señora, que ese empleado ligó piñas del público, dos veces en un mes, pero como es cuñado del Gerente…
   La mujer embarazada rompió bolsa, los de la Fuerza Aérea la metieron en la ambulancia junto con los niños y el viejito que ya no. El camión de Prosegur se ubicó atravesando la ambulancia, dos micros estaban cruzados delante de Prosegur, delante de la ambulancia y de un Taxi con un Señor, con cara de hacer favores, porque uno de los niños de la parturienta, saltó de la ambulancia, decidió llevarlo al Hospital.
   Cruzados de brazos, tres azulitos, unos verdecitos y cuatro Policías Federales, miraban sin mover un ápice de sus cuerpos.

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