martes, 19 de junio de 2018

¿Y LOS CHICOS?



   Era el último día que si llegaba tarde lo echaban. Palabra de Jefe, viejo choto, que tenía su retrato entre ceja y ceja, desde que empezó.
   —Paula ¡Despertate! No voy a trabajar, no quieren que vaya nunca más.
   La mujer bostezó, seguía soñando con el hombre de su vida. Sintió la sacudida y era el marido de su no vida.
   —¿Y qué hacemos? Yo a mi viejo no le pido un mango. ¿Te indemnizan?
   Se olvidó de avisarle a Paula del colchoncito de plata, que guardaba en una media pinchuda. Buscó en los lugares posibles y no encontró nada, debía reconocerlo, se olvidó igual que cuando no puso el despertador.
   —Paulita, vos que sos tan memoriosa, ¿no podemos sacar de tu cuenta en el Banco?
   Ella hacía yoga para no matarlo.
   —Vengo ahorrando desde antes de casarme. ¿Debés mucho?
   Él pensó que debía tanto, que olvidó cuánto: —Yo no le debo nada a nadie, me conocés. Saquemos pasajes y cruzamos el charco, tengo dos tíos en España, primos en Italia y con tus hermanas, en Inglaterra, llenas de dinero. Se me ocurrió que podemos inventarles una situación dramática, cuya única solución es quedarnos en alguno de sus petits hotels.
   Paula se reía con histeria: —Vos no tenés límites, mis hermanas te odian, te olvidás de sus cumpleaños, te negaste a asistir a sus bodas por miedo al avión y te inventaste un cáncer.
   Uy se puso re-triste el patético, lo voy a abrazar y besar, preparo un desayuno americano. Me visto sensual, putesca. Apoyo el culo en la mesa igual que en las películas, lo acerco con prepotencia y arranco el pijama, le indico. Él, sin GPS, que vengo a ser yo, se paraliza blandengue. ¡Esta vez no! Se acordó cómo se hacía, fue mejor que la primera vez. Tomamos un baño juntos, rodeados de velitas y velones. Permanecíamos en el agua con ojos cerrados.
   —Decime Paula, ¿qué festejamos? Tanta vela me está dejando sin oxígeno.
   Esta vez, fue Paula que olvidó de traer los chicos del Colegio: —Salí ya del agua y traé tus hijos del Colegio, es re-tarde!
   Él salió con su bata de toalla, prendió el auto y no andaba. Abrió la puerta del baño: ¿Sabés, Paula? Me olvidé de ponerle nafta al auto. No te preocupes, los chicos esperan y mientras tanto, hacemos la segunda versión de la mesa, que es con vos al revés.

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