sábado, 23 de junio de 2018

TAPÓ TODO LA PELOTA


   —Era necesario que ganara Argentina este Mundial, hasta para los que no les interesa el fútbol, un regalo gratis para tanta amargura atragantada.
   Estaba toda la barra en la casa de Remigio, que peleaba al Batu.
   —Siempre fuimos campeones, a vos porque te gusta tirar pálidas y no tenés un rinconcito de tu cerebro, para darte cuenta que el Mundial, o el fútbol sin Mundial, es lo único que nos une.
  Se puso en copas Horacio, que era prudente, pero disfrutaba cantando la justa: —Porque no es lo mismo una alegría familiar, un nieto que nació, un hijo que crece en su carrera, un divorcio que mejor, unas vacaciones austeras sin nadie que te joda. Que se callen la boca por unos días…no sé, cuando me pongo larguero, nadie dice pará loco.
   Batu lo miró entornando el ojo ganador: —Sabés que a la barra no le gusta decirle al sabio, que la falacia le inundó el discurso y sin propósito, todos empezamos a putearte, a vos y después entre nosotros.
   Remigio, que era católico hasta las pelotas, las de fútbol incluidas, le pegó con el puño a la mesa, que ya era renga. Rompió tres copas, se puso violeta: —Tengo pus en los oídos de tanto escuchar teoría y solfeo, del equipo argentino, que andaban despacio y transpiraban por drogones, o no les pasaron la guita esperada. Y nadie defiende que transpirar la camiseta es un orgullo, trataron y no pudieron.
   Horacio le agarró la musculosa: —Así que para vos, perdimos a propósito y los croatas son eximios atletas.
   Se calentó Remi: —Sacame la mano engrasada de mi ropa o te pego una trompada que te parto, jetón.
   Y la barra se plegó a levantar el paro y se cagaron a trompadas. Ante este espectáculo, debemos reconocer que el argentino es un pueblo civilizado y respetuoso.

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