Tengo que
escribir un cuento pero perdí mis ideas. Las busco por todas partes y no las
encuentro por ningún lado. ¿Huyeron de mí? ¿Me abandonaron? Tal vez pensaron
que me copie a mí misma. Eso no es verdad, las extraño. Son mi única compañía,
no me pueden dejar así como así. Mi secreto condena o ya estoy condenada.
Pobres los
cuadernos vacíos y las lapiceras uniball, que tienen el frío de mis dedos
congelados. Yo no tengo la culpa. Las voy a buscar en el freezer, en el horno,
bajo mi almohada. Sé que en algún lado las voy a encontrar. La Generación
Milenium, cambió sus diseños tradicionales, llegué a tener mil lectores, ahora
no me permiten saber quiénes son. Redujeron las estadísticas a dos columnas
desnudas que parecen disfrutar sus acciones delictivas. No quiero llorar, no
les voy a dar ese gusto.
Son hackers
idiotas y tienen olor a analfabetos funcionales. Tengo un excelente olfato para
descubrir la maldad gratuita. En el mundo internetiano les importa nada. Como
despedida les digo, ¿por qué no se van a la mierda y las remilputas que los
remilreparió?
Pido perdón a
Irlanda, Rumania, Armenia, con los que tenía una entrañable correspondencia,
porque el amor bien amado es el único verdadero.
Acá son seres
corruptos y traidores, por eso merecen los gobiernos de mierda que tienen.

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