sábado, 26 de septiembre de 2020

RENGOS

 

   Tenía una pierna más corta que la otra, andaba sin bastón por ser muy coqueta. Buscaba un novio de baja estatura y lo esperó sentada para que no se notara. Por fin apareció, era más petiso que lo que ella imaginaba.

   —Qué linda que sos, me gustan tu cara y tus piernas. Es muy exótico tu traje japonés.

   —Es made in Japan. Me lo mandaron de Oriente.

   —¿Cuántos años tenés?

   —Cumplí 32, voy para 33. ¿Y vos?

   —Yo tengo 20 y no pienso cumplir más. ¿Qué estudiás?

   —Veterinaria, me voy a dedicar a animales chicos.

   —No me cuentes, me gusta conocer una mujer, no por lo que dice sino por lo que hace. Vayamos despacio.

   Ella se puso de pie y él se sorprendió. No la imaginó tan alta y mucho menos que fuera renga. Le regaló zapatos con plataforma, a uno le agregó cinco centímetros más. Ahora se paseaba orondo, con una mujer elegante.

   —Como llegó la Primavera, quiero ser tu novio, el corazón me late por vos.

   Ella contestó:

   —Qué coincidencia, a mí me late igual, con una diferencia, siento mariposas que aletean en mi estómago.

   —A mí también me laten otras cosas, que por respeto no pienso decir.

   Nacieron cuatro hijos rengos, dos altos y dos tan bajitos, que parecían hijos de sus hermanos.

   El Padre estudió Veterinaria y se dedicó a los animales grandes. Su especialización fue hacerle tacto rectal a las vacas.

   Los hijos formaron una banda de rock, que se llamó:   “La Renga”.

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