domingo, 20 de septiembre de 2020

JOE VS JOE

 

   Para Joe soy su mascota inteligente. Me llamo Joe, él quiso ponerme su nombre.

   No necesita despertador, yo me encargo. Cuando me da el sol en los ojos, muerdo su acolchado y lo tiro en el piso. Se levanta y me agradece.

   —Gracias Joe.

   Le acerco mi plato de leche y el paquete de galletitas. Él toma de mi plato y quiere que le traiga croissants, pero me queda tan alto que no las puedo alcanzar. Habla mucho conmigo, vive solo.

   Le llevo el diario a la cama y la correspondencia también, me baña todos los días y nos secamos con la misma tohalla. Duermo con él y le doy lengüetazos, que en perro quiere decir: “hasta mañana”.

   Cuando va a su trabajo lo acompaño hasta la verja, en especial el lunes, que siempre es un día que arrastra los pies. Salto para alegrarlo y ladro dos veces en la despedida.

   Paseo todas las mañanas y saludo a mi perra vecina. Cachorra todavía, jugamos a lo perro.

   Un día de Octubre o Septiembre, soy una mascota inteligente, como dice Joe, pero no tanto para saber los meses del almanaque. Llegó con una mujer joven.

   —¡Mirá, Joe! Tengo una Novia y vivirá con nosotros.

   Me acerqué para olfatear su entrepierna.

   —Joe, por favor, que no me toque tu mascota, parece un perro degenerado.

   Por primera vez Joe me dijo:

   —¡Fuera de aquí!

   Me ofendí y salí con la cola entre las patas. Su Novia se llamaba Gloria y me miraba con desprecio. A partir de ahí, no me permitieron dormir en la cama. Cerraban la puerta y me dejaban afuera. La bruja Gloria me obligaba a descansar en un felpudo que pinchaba. Joe me acariciaba la cabeza en el desayuno y ella lo mandaba a lavarse las manos.

   —No me gusta el perro adentro. Por favor, Joe, que se vaya al jardín.

   Él me hizo una casita de madera, usó una voz muy dulce mientras me explicaba.

   —Gloria necesita que estemos solos, igual te quiero más que a nadie en el mundo.

   Yo lo escuchaba como un perro, pero podía adivinar lo que decía. Lo miré con ojos tristes, pregunté por qué se encerraban en el dormitorio.

   —Joe, nosotros hacemos lo mismo que hacés vos con la perrita de al lado.

   Le aullé en lengua de perro y con mis patas mullidas, le acaricié su cara y salí corriendo. La perrita vecina me estaba esperando y recomenzamos nuestro amor, de la noche anterior.

   La bruja Gloria, se fue con otro. Él me llamó a los gritos:

   —¡Joe!, ¡Joe!, podés venir adentro, dormir conmigo y todas las cosas que hacíamos juntos. Te prometo no traer ninguna otra mujer, comprendí que sos el mejor amigo del hombre. Por eso te quiero tanto.

   Le respondí:

   —Guaiu, guaiu. —como un sapukay, que en lenguaje de perro, quiere decir “yo también”, “yo también”. 

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