miércoles, 30 de septiembre de 2020

MIGUEL DE CERVANTES

 

   Hoy llamamos a nuestro Hijo, hace ocho meses que no nos vemos, queremos ir a La Plata y no sabemos cómo se pide el permiso. Tengo miedo de ver al Intendente y del asco vomitarle en la cara. Mi Marido desconoce la tecnología internetiana. Yo llegué al teléfono de bakelita y después no entendí más nada. Ni quise ni pude.

   Nuestro Hijo le enseñó al Padre, que es más inteligente que yo, los pasos a seguir para viajar de Tandil a La Plata. Tardó una hora y media, para explicar cuál era el trámite a seguir, que se realiza con celular. Mi marido lo escuchaba atentamente.

   —Mirá, Papá, apretás un botón rojo y te darás a conocer con tu nombre completo, tendrás que sacar una foto de tu documento, apretás el botón de abajo y te preguntarán tu domicilio, con el número correspondiente del celular, el teléfono fijo, el día, el año y la hora en que naciste. Luego te preguntan la razón de tu viaje. Les tendrás que decir que es por mudanza. Te van a preguntar a qué dirección de La Plata irás. El trámite de aceptación te lo otorgan en cuarenta y ocho horas.

   El Padre anotó todo y le contestó sincero:

   —Hijo, yo no entiendo nada, si aprieto un botón me manda a otro y hasta me inventa un nombre que yo no puse.

   —Bueno, Viejo, yo creo que con tu aspecto cervantino y tu hablar cuidadoso, Mamá a tu lado, como si siempre hubiera sido una esposa fiel y callada. Nadie te va a parar.

   —Sí, pero a mí me da miedo.

   —Ostias, ¿cómo no podés entender algo tan sencillo? Si no, salgan con el auto y vengan derecho. Si detienen tu auto, los mirás con cara de malo y corrupto y les preguntás: “¿Ustedes saben con quién están hablando?” Ellos se abrirán y te dejarán pasar, te pedirán perdón y tal vez te conviden un triángulo de pizza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario