martes, 29 de septiembre de 2020

GOMA DE BORRAR

 

   Y me dejó la menor, sin avisar. Fue una noche de lluvia. Bubú lloraba como la lluvia, la tuve en mis brazos, sin saber qué hacer. Le canté el arrorró, no le gustó.

   —Ya estoy muy grande, contame un cuento que tenga sol filtrado entre los árboles y poder olvidar que estoy con vos. Tengo un niño en la panza.

   —¿No pudiste hacer nada? Era difícil, yo entiendo.

   —No podés entender, todavía lo tengo en mi vientre y sé quién es el Padre. Vive con Mamá. Ella lo quiso ocultar, me apretaba con un corsette. Le daba vergüenza. La vida la llevó a tomar esa decisión, me dejó con vos. Dijo que tenías la magia que ella no tenía. Pura mentira. Prefirió seguir viviendo con él. Es un amor enfermizo. Llegaba borracho, le pegaba todos los días. Ella disimulaba las heridas con maquillaje. Una noche de lluvia como ésta, escuché la puerta de mi pieza que cerraba. Había olor a alcohol. Sentí un peso enorme sobre mi cuerpo, dos manos más fuertes que yo me abrieron las piernas. Y así fueron todas mis noches. Yo a Mamá no le conté nada, ni ella me preguntó. Vinimos a pasar con ella y mis dos hermanos, unos días con vos. Cuando se fue con mis hermanos, a mí me abandonó en tu casa. Me abracé a su cintura y como toda respuesta, recibí un puntapié sobre mi espalda. Tenía cara de odio, de loca desesperada: “¡Sos una puta, vos lo provocaste”. Y esas fueron sus últimas palabras.

   A los nueve meses tuvo sus primeras contracciones. Los Vecinos vivían a más de veinte kilómetros de distancia. Recordé partos de películas, el parto de una amiga y entonces hervir agua, desinfectar los instrumentos, como escalpelo y pinzas. Herencia de mi Padre, mientras la tranquilizaba.

   —Bubú, estoy tomando el tiempo de la dilatación, estás en buenas manos.

   Parió en mis propias manos, el bebé salió perfecto. Hice lo que en estos casos se hace. Ahorraré en detalles, el bebé salió al mundo y de allí al pecho de su Madre. Era idéntico a Bubú.

   —¿Ahora me tengo que ir? ¡No! Por favor dejá que me quede.

   —Bubú, mi casa es tu casa y la del bebé también. ¿Qué nombre le vas a poner?

   —Suan, el nombre de un indio valiente, ¿te gusta?

   Era precioso, me encantó. Lo criamos juntas. Resultó un niño inteligente, con destellos geniales. Inventó una goma de borrar, para que su Mami olvide aquel pasado inmerecido.

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