miércoles, 23 de septiembre de 2020

HUMANISTAS

   No soy optimista y eso me produce insomnio. Recurrí a un optimisólogo, pensando que no me iba a servir para nada. Cuando llegué a la consulta, había una cola que daba la vuelta sin final.

   Todos tenían mi cara, desoptimizada. Cuando llegó mi turno, él estaba deprimido, quería que no se notara pero tenía ojeras negras de no dormir. Sin embargo dijo:

   —Lo mejor para su situación es comer manzana, banana, apio, jengibre, frutos secos y sopa de letras. Jajarai jajaja, lo que le aconsejé me servirá a mí también, hay que levantarse el ánimo, no tome el ascensor, aunque viva en el piso 14, suba por las escaleras, llegará cansada con la lengua afuera. Eso es todo, la espero la semana que viene a la misma hora.

   —¿Cómo la misma hora? Si tengo que hacer una fila de ciento cincuenta personas.

   —No se preocupe, que con lo que les cobro, no creo que venga nadie. Tal vez sea usted sola mi única paciente. Lo dejamos aquí.

   Fue cierto, era la única. Dijo:

   —Tuve una idea que nos va a servir a los dos. ¿Y si nos casamos?

   —Eso no puede ser, ya estoy casada, aunque pensándolo bien, no soy feliz con mi Marido.

   —Por eso le digo que nos casemos, conozco todas las técnicas, para que se encuentre usted bien servida.

   —Tiene razón, hace tanto tiempo que no, que no…en fin, usted sabe, le aclaro que me gusta grande.

   —Nos vamos a matar, primero en la mesa, en el baño y terminaremos en la cama.

   —¿Usted está seguro que no será un juego de nunca acabar? 

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