martes, 15 de septiembre de 2020

LA CORRUPCIÓN SE CONTAGIA MÁS QUE EL CORONA

 

   Se ocupaba de la limpieza en los baños del Senado. Había pilas de Carpetas de Proyectos que llegaban hasta el techo, al costado de los retretes. Se fue llevando algunos en su cartera. Los leía de noche, había cosas escritas que se contradecían con las del día siguiente. Y fue sacando y leyendo hasta la madrugada.

   Un día la sorprendió un mingitorio, con bolsas de cocaína. No fue en uno sólo, era en todos. Se llevó dos bolsas, para entregarlas a su hijo y le pidió que las vendiera, hacía falta el dinero. Ella misma empezó a consumir. En una salamandra metió todas las carpetas que pudo y quemó montones de ellas. Tenía tanta adrenalina que no paraba de quemar.

   Se quedó de pie en la puerta, hasta que entró un Senador atildado, se presentó con un nombre falso, estas fueron sus palabras:

   —Te entrego este bolso para que las lleves a tu casa y enterralos como puedas, no me falles, a cambio de tus favores, te entrego a sobre cerrado, dólares, euros y pesos falsos.

   Siguió haciendo de persona humilde y se enriqueció de la noche a la mañana. La corruptela fue sucediendo gracias a una persona insignificante, de la cual todos hacían uso. Necesitó muchas amigas, unas a otras, se fueron contagiando la ambición de obtener todos los sobres, que les pasaban estos tipos.

   En el baño de Mujeres sucedieron episodios semejantes al primero. Todas pensaron igual, era más fácil transar con los corruptos, antes que sus sueldos miserables. Hacia el final, todas se contagiaron de aquel vicio. Llegaron a ser un montón de contagiadas, por la misma sinrazón.

   Hay otras que todavía las están hisopando, con billetes de mil dólares.  

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