Se ocupaba de la
limpieza en los baños del Senado. Había pilas de Carpetas de Proyectos que
llegaban hasta el techo, al costado de los retretes. Se fue llevando algunos en
su cartera. Los leía de noche, había cosas escritas que se contradecían con las
del día siguiente. Y fue sacando y leyendo hasta la madrugada.
Un día la
sorprendió un mingitorio, con bolsas de cocaína. No fue en uno sólo, era en
todos. Se llevó dos bolsas, para entregarlas a su hijo y le pidió que las
vendiera, hacía falta el dinero. Ella misma empezó a consumir. En una
salamandra metió todas las carpetas que pudo y quemó montones de ellas. Tenía
tanta adrenalina que no paraba de quemar.
Se quedó de pie
en la puerta, hasta que entró un Senador atildado, se presentó con un nombre
falso, estas fueron sus palabras:
—Te entrego este
bolso para que las lleves a tu casa y enterralos como puedas, no me falles, a
cambio de tus favores, te entrego a sobre cerrado, dólares, euros y pesos
falsos.
Siguió haciendo
de persona humilde y se enriqueció de la noche a la mañana. La corruptela fue
sucediendo gracias a una persona insignificante, de la cual todos hacían uso.
Necesitó muchas amigas, unas a otras, se fueron contagiando la ambición de
obtener todos los sobres, que les pasaban estos tipos.
En el baño de
Mujeres sucedieron episodios semejantes al primero. Todas pensaron igual, era
más fácil transar con los corruptos, antes que sus sueldos miserables. Hacia el
final, todas se contagiaron de aquel vicio. Llegaron a ser un montón de contagiadas,
por la misma sinrazón.
Hay otras que
todavía las están hisopando, con billetes de mil dólares.

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