Nosotros
queríamos conocer el mundo ¿cómo nos van a hacer parir a los trece años?
Las dos Madres,
exóticas, vanidosas, como los nombres que nos pusieron. Ambas viudas por accidentes
en ruta. Se pusieron de acuerdo ni bien desarrollados, el mismo día, a la misma hora y en
el mismo lugar. Un Médico, amigo y jodón, les dijo la forma que daría resultado,
o no, era la fecundación in vitro. El jodón se reía porque no lo podía creer.
Se necesitaba un óvulo de Gotera y un esperma de Buster, en el otro caso un
óvulo de Kit y un esperma de Sapringo.
Las
fecundaciones se realizaron en la Clínica De La Luna, a las doce de la noche,
el mismo día, el 12 de Noviembre. El deseo de las Madres les fue otorgado. La
Clínica quedó asombrada, parecía un milagro. Tanto Kit, como Gotera, quedaron
tristes y no entendían lo que había sucedido. Seguían jugando con sus muñecas y
las Madres entregaban los bebés a la hora de mamar. Las niñas aprendieron algo
más, les daban teta a sus muñecas preferidas.
Cuando
cumplieron dieciséis se les brindó una gran fiesta, con los maridos incluidos y
perplejos. Las Abuelas les decían que disfrutaran sus hijos y brindaron por
ellas y los Padres de aquellos, casi niños, que las miraban con odio, por haber
elegido a ellos. En un entrechocar de las copas, una gritaba: ¡Cómo no las
internaron! Esa locura que arruinó nuestras vidas, nos privaron de juegos, de
amores, de viajes y muchas, muchas, cosas más. Como no completar nuestros
estudios, porque en el Colegio nos señalaban, quedamos solas de amigas,
mientras mentían historias de nuestras vidas. Pero ustedes son Madres crueles y
perversas, tienen veintiséis años y pasean los cochecitos jactándose que los
bebés eran de ustedes. Nosotros íbamos detrás. Cuando nos abandonaron nuestros
maridos, demandamos a nuestras Madres y los niños nos fueron entregados.
Jugábamos con ellos como si hubiéramos crecido juntos y seguro que así fue.
A nuestras Madres
las mutilamos para siempre. De los Padres niños, sabemos que viven en
Australia, ambos casados, con hijos. Cambiaron sus nombres y apellidos.
Olvidaron
aquellos pedacitos de amor.

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