—Falleció hace
una semana, no esperó que el cuerpo se enfriara, ahí la tenés, del brazo de su Cuñado, creyendo que al Teatro Colón hay que ir vestida con oropeles. Entre el
rodete de tres pisos y las plumas de pavo real, no va a dejar ver a nadie.
—Mirá, Finita,
tiene un palco avancé, el Cuñado lleva un jaquet del finado y la pobre mujer
del cuñado, con su vestidito gris demodé y una mantilla de misa, además lleva
un rosario en la mano.
Pina dice todo
eso, porque me lo escuchó a mí. Se enteró que hoy toca Macata Perujín, con el
Maestro de Orquesta Berimbau.
—¡Gracias,
Finita, por invitarme, sos tan culta que te diste cuenta que yo también.
Después vamos a tomar unas copas cocteleras, al Edelvis. Hay un chico que los
prepara, que salís caminando por el techo, tenés que tener mucho cuidado con
los caireles.
—Pina, ¿qué te
pareció el Concierto de la Perujín, decime la verdad.
—Lo que
escuchaste fue la verdad, Perujín salteó algunas notas, se odia con Berimbau. Y
sus pelos parados merecen un shampoo, un baño de crema, encima de loca es
mugrienta y no me hagas hablar más. Podemos ir caminando, queda aquí nomás, en
Edelvis no nos van a cobrar, me vengo a poner en pedo y a la cuarta copa me
derrumbo en un sillón. Viene el Dueño a levantarme y el Mozo, como si fuera un
Lord (es un negro de mierda que no conoció a su Vieja), me ayuda a ir al
toilette, nos encerramos y le echamos doble llave, él coge tan bien, que doble
también es el polvo. A veces una cuatrifecta, ahí le dejo una propina que
excede sin darme cuenta, que en el bolso no quedó nada.
—Pina, ¿vos la viste a la desgraciada overdress?
Apoyada en el brazo de su Cuñado y no se sentó ni en el palco, cuando la
Perujín subía las notas, a él se le subía el braguetón, ¿vos sabes que la pobre
mujer le desabrochó los botones? Se fueron detrás del cortinado, que se movía
todo el tiempo. Yo me di cuenta porque la pobre mujer, se balanceaba, hasta que
les cayó el cortinado encima, allí dejaron, era evidente, la pobre mujer casi
se ahoga debajo de aquellos trapos. La gente de la platea miraba con
binoculares, esa escena inolvidable, para olvidar el Concierto, que no
terminaba nunca. Su Cuñado levantó a la pobre mujer, dejándole al descubierto
los cuatro pelos que le quedaban. Ella siguió a su cuñado, colgado del brazo y
exhausto, para ayudarlo llevó a la pobre mujer alzada. Todos reían a su paso,
su Cuñado dejó afuera sus dotes, casi sin uso. Le dio tanto odio que arrojó a
la pobre mujer en un conteiner. Ella seguía colgada, pero esta vez no era del
brazo, se metieron en un callejón. Allí estaba todo negro, así que lo que pude
ver fue a ella arrodillada, tomando una mema, mientras él la acercaba un
tiempito, hasta un provechito final.
—Finita, me
encantó lo que observaste y quiero saber mucho más.
—Hagamos como en
Netflix, en el próximo capítulo sigo con la historia, “Pina escucha, Finita dignifica”.

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