miércoles, 28 de agosto de 2019

HAY PANTALLAS EN LA CALLE


    

   —Falleció hace una semana, no esperó que el cuerpo se enfriara, ahí la tenés, del brazo de su Cuñado, creyendo que al Teatro Colón hay que ir vestida con oropeles. Entre el rodete de tres pisos y las plumas de pavo real, no va a dejar ver a nadie.
   —Mirá, Finita, tiene un palco avancé, el Cuñado lleva un jaquet del finado y la pobre mujer del cuñado, con su vestidito gris demodé y una mantilla de misa, además lleva un rosario en la mano.
   Pina dice todo eso, porque me lo escuchó a mí. Se enteró que hoy toca Macata Perujín, con el Maestro de Orquesta Berimbau.
   —¡Gracias, Finita, por invitarme, sos tan culta que te diste cuenta que yo también. Después vamos a tomar unas copas cocteleras, al Edelvis. Hay un chico que los prepara, que salís caminando por el techo, tenés que tener mucho cuidado con los caireles.
   —Pina, ¿qué te pareció el Concierto de la Perujín, decime la verdad.
   —Lo que escuchaste fue la verdad, Perujín salteó algunas notas, se odia con Berimbau. Y sus pelos parados merecen un shampoo, un baño de crema, encima de loca es mugrienta y no me hagas hablar más. Podemos ir caminando, queda aquí nomás, en Edelvis no nos van a cobrar, me vengo a poner en pedo y a la cuarta copa me derrumbo en un sillón. Viene el Dueño a levantarme y el Mozo, como si fuera un Lord (es un negro de mierda que no conoció a su Vieja), me ayuda a ir al toilette, nos encerramos y le echamos doble llave, él coge tan bien, que doble también es el polvo. A veces una cuatrifecta, ahí le dejo una propina que excede sin darme cuenta, que en el bolso no quedó nada.  
    —Pina, ¿vos la viste a la desgraciada overdress? Apoyada en el brazo de su Cuñado y no se sentó ni en el palco, cuando la Perujín subía las notas, a él se le subía el braguetón, ¿vos sabes que la pobre mujer le desabrochó los botones? Se fueron detrás del cortinado, que se movía todo el tiempo. Yo me di cuenta porque la pobre mujer, se balanceaba, hasta que les cayó el cortinado encima, allí dejaron, era evidente, la pobre mujer casi se ahoga debajo de aquellos trapos. La gente de la platea miraba con binoculares, esa escena inolvidable, para olvidar el Concierto, que no terminaba nunca. Su Cuñado levantó a la pobre mujer, dejándole al descubierto los cuatro pelos que le quedaban. Ella siguió a su cuñado, colgado del brazo y exhausto, para ayudarlo llevó a la pobre mujer alzada. Todos reían a su paso, su Cuñado dejó afuera sus dotes, casi sin uso. Le dio tanto odio que arrojó a la pobre mujer en un conteiner. Ella seguía colgada, pero esta vez no era del brazo, se metieron en un callejón. Allí estaba todo negro, así que lo que pude ver fue a ella arrodillada, tomando una mema, mientras él la acercaba un tiempito, hasta un provechito final.
   —Finita, me encantó lo que observaste y quiero saber mucho más.
   —Hagamos como en Netflix, en el próximo capítulo sigo con la historia, “Pina escucha, Finita dignifica”.    

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