lunes, 12 de agosto de 2019

LOS RICOS PUAJJ!



   Compañeros del mismo building, una vez que estos presentaron quiebra, Rodrigo Peralta y su primo, Sebastián Elguera, haciendo acopio de dineros sin honra, decidieron asociarse en el negocio de  emprendimientos inmobiliarios en cualquier lugar del mundo.
   Consultaron con sus respectivas esposas, Melania y Chichí, dónde les gustaría instalarse, las dos eligieron Cancún, cuna de las invasiones turísticas y las inversiones con réditos. Los maridos trabajaban, viajando a lugares donde invertían lo sustraído y lo que estaban sustrayendo, luego cerrado tal o cual negocio, dividían fifty fifty. Las chicas que estaban en plena menopausia, con múltiples cirugías, no superaban los veinticinco años y aprovechaban los viajes de sus maridos, para intimar con jóvenes conchetos que no precisaban salir de aquel paraíso, porque ignoraban a cuánto ascendían sus fortunas.
   —Está perfecto lo que hacemos, no te pongas paranoica, Chichí, acá no nos conoce nadie, y mirá esos cuerpos dorados.
   Chichí hasta soñaba con ellos y utilizando las distracciones de Melania, miraba al chico de exigua malla, deteniéndose justo ahí, en el paquete generoso y verdadero, sin duda alguna. El problema, es que primero lo descubrió Melania y se lo hizo saber a su amiga, con entusiasmo. Estaba dispuesta a todo, pero no a perder a su amiga, por un joven, que los había a montones, además Chichí era leal como al dinero de su marido, que es decir bastante.
   Llegaron a conocer a cada quién su cada cual. El joven de Chichí, sincero pero cruel, le dijo: —Yo sé que esa cara no es tuya y las tetas son tan livianas, que me suenan a bisturí, ese Doctor loco, que anduvo en tu cuerpo mucho mucho más que yo, ahora como tributo, lo que entregué de mi parte, para hacerte disfrutar, es una pavada, son quinientos mil dólares. Mi compañero, que está con Melania, le cobrará la misma cifra. No queremos que dejen de ser amigas y nos sepan perdonar. Éste es nuestro trabajo y es bastante agotador. Recién llegaron dos pendejas, de dieciocho y de veinte, a ellas sí no les cobramos, son ingenuas, son divinas. Juramos que vamos con ellas a otra playa, para no hacerlas sufrir.
   —Melania, nos tenemos que ir de acá, cuanto antes. Estas chicas que llegaron son la tuya y la mía.
   A Chichí le sorprendió tanto, más que lo que tuvo que pagar.
   —Y bueno, Melania, fue un sueño bien disfrutado, ahora tomamos un avión privado y vamos a visitar a los viejos chotos, después de todo, lo que roban se lo gastan en nosotras. Vamos a devolverles lo que aprendimos y más. Es lo menos, pobres viejos.

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