martes, 27 de agosto de 2019

LOS LOBOS



   —La chica Veriver vive sola, tiene una casa Ex Embajada de Catapultala, le dan ataques de gritar las noches de media luna.
   Hacía tiempo que vivía a una cuadra de las Carmelitas. Me sentía segura y como no leía diarios, ni escuchaba, ni miraba, no supe de las valijitas y las valijas, de la complicidad de las monjas con el poder. Mis sobrinos me contaron y yo les decía que sí con la cabeza. Igual me daban seguridad y a lo mejor lo que decían eran mentiras.
   —Yo también escucho sus gritos, Miss Mary, pero como Veriver quedó sola cuando los Padres se fugaron a Catapultala. Antes hablaba, decía que volverían por ella cuando las aguas calmaran. Sería mejor consultar con la Srtas Wilson, su Padre también era Embajador, pero enemigo acérrimo de Catapultala. Es más, decía que ese país ya no existía, como era una islita, con tres bombas lo desparecieron.
   —Me parece necesario salvar a la Srta Veriver, vamos las dos Miss Wilson y Mrs Benethon, que soy yo. Nos reunimos tres horas antes  y a la chica catapultanesca le avisamos por el muro alto que la encerraba, cuando hayamos acordado todo tres horas después.
   Ella no quiso salir, tenía más miedo que ganas de escuchar. Nosotras le gritábamos, —Tenemos tu solución! Y hacenos pasar, mi querida Veriver.
   Cuando entramos a la sala de recepción parecía una selva con senderos. De cada baldosón roto, salían especies extrañas de flores rojonaranja y palmeras tan altas, que habían hecho un enorme agujero con luz. Para nosotros fue como estar de vacaciones. En el patio de la casa, había una alberca y toda clase de reposeras de bambú y sedas añosas. Después de recorrer el paisaje, miraron a Vetiver, cruzada con varios vestidos de andrajos y un cuerpo tan bien repartido que parecía una cariátide de gláciles movimientos.
   Agradeció que diéramos cuenta de su existencia. Pidió perdón por los gritos, pero llegaban los veinte y no daba más de ganas…de ganas de ser feliz.
   Su Madre se lo decía: —Esperá la media luna y gritá con toda tu voz.
   Tal vez, por olfato, los primeros que aparecieron fueron dos lobos violentos, con tantas ganas de amar que le mordieron el cuerpo y le pasaban sus lenguas ásperas para curar las heridas.
   Una vez saciados, los lobos se retiraron. Muchos dicen que fueron a las Carmelitas, donde fueron recibidos como novios que se perdieron.
   Luego de aquella pesadilla, aparecieron hombres de edades disímiles, pero viejos ninguno. Ella contaba: —Una vez curada seguí con mis gritos, tan altos, que aparecieron siete hombres con sungas de distintas Embajadas aledañas.
   Y entendían aquellos pedidos de la Srta muy distinguida. No esperaron la media luna, arremetieron como si de una batalla se tratara, el que llegaba primero, obtendría media hora con la Princesa insaciable. Uno de pelos trigosos, de postura “déjalo ser”, casi igual a Miss Mary, se presentó vestido y tomándole la mano le pidió que le contara cómo fue su vida y esos gritos dando pena, ¿por qué encerraban tanta soledad? Ella le relató con voz de niña, después le contó de él. —Mi Madre es Miss Mary, todos la ayudaron a esconder ¿viste cuánta hipocresía, manipular familias tan normales? Quiero que durmamos aquí los dos solos, pedir que se vayan todos. Mañana se amarán nuestros cuerpos. Y por favor, no cuentes más lo de los lobos, vos sabés que es puro cuento.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario