miércoles, 14 de agosto de 2019

EL FOSO



   La Madre no podía con ellos, comenzaban las peleas por el baño a la mañana. Se pegaban en la escuela, en la vereda, en el patio y en los negocios, trompadas y puntapiés, se daban en cualquier parte del cuerpo y no respetaban ni las vacaciones.
   Sus Padres, muy ilustrados, los bautizaron con nombres de sus ídolos preferidos. Nikita las tenía todas, hasta cara de malandra, Woody era el más débil, pero si de peleas se trataba, se transformaba en dragón. Fedor y Seymour, los gemelos, eran los más combativos.
   Cuando se hicieron mayores, todos tenían una profesión, menos Nikita, que trabajaba, pero nadie sabía de qué. Cuando el Padre falleció, dejó un testamento a sus hijos. A la Madre la ignoró porque era divorciado y ella misma decidió olvidarlos. Cuando se dio lectura a la distribución de bienes, Woody se llevó la mejor parte, el castillo de Uruguay, reproducción de un castillo medieval, con un portón rebatible, sostenido por cadenas. Lo rodeaba una laguna mucho más ancha que un foso, llena de peces raros, vegetarianos, carnívoros, pirañas.  La laguna circulaba el diámetro de todo el castillo. Una propiedad tan valiosa, que constituía el doble de lo que tocó a sus hermanos.
   Los tres insatisfechos, considerando injusta la partición, reunieron sus ambiciones y rencores. Woody quería a sus hermanos. Siempre el portón estaba abierto, era sábado, el día donde los turistas desean conocer hasta las camas con dosel. A las tres, los tres hermanos, entraron con armas del mismo estilo con que se atacaban los castillos. Catapultas, ballestas y antorchas. Los caballos, que haciendo sentir sus cascos en la tierra, hicieron abrir el portón. No pudieron detener el impulso del avance guerrero y cayeron en la laguna, de cocodrilos, anacondas y pirañas. El dueño siempre olvidaba alimentarlos.
   Era Woody el más bueno y dormilón, abrió las pesadas ventanas para alegrar sus ojos, con el agua de la laguna, siempre azul cobalto, con los enormes pecesotes navegando. Sus ojos se llenaron de asombro, cuando vio las aguas color rojo bermellón y los peces barrigones, tomando sol en la orilla.   

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