lunes, 19 de agosto de 2019

MÁS ES MÁS QUE MENOS



   —No vas a comparar a Kitita, que es de una familia bien.
   ¿Y qué será su marido Cesáreo, será de una familia mal?
   —Una mujer que tuvo relaciones con otro hombre, la noche de su casamiento. ¿Eso es ser de una familia bien?
   —Pero Mamá, sos una burguesita ambiciosa. Hace unos años vos me contaste que la Madre de Kitita engañaba a su marido con el socio y le daba chupones frente a él, que se hacía el oso. Y la Abuela de Kitita dio el ejemplo, todavía se sospecha que envenenó a su marido.
   Ahora tiene cara de indultar y me odia, siempre me odió, cuando tejía una verdad, que ella tapaba con tierra, como el gato cuando caga.
   Cesáreo se hizo rico cuando el Padre le dejó pozos de petróleo, en el sur y otros lugares. En cuanto mi Madre se enteró, hizo una comida en homenaje al marido de Kitita, no era por el cumpleaños o por el aniversario, era por los pozos de petróleo. Dispuso a Cesáreo entre Kitita y su mejor amiga. Nosotros éramos chicos y nos apasionaba andar bajo la mesa y ver los franeleros, tocarse con los zapatos. Las mujeres comer con una sola mano y con la otra haciendo caricias en el pantalón, que no pertenecía a su marido. Algunas, audaces, llegaban hasta la bragueta y el tipo derramaba el vino, de puro nervio o calentura, vaya a saber.
   Cesáreo ahora, con su cuantiosa fortuna, pasó a ser un tipo bien. Siguió viviendo en el campo, él araba la tierra con un caballo percherón haragán. Todos almorzaban juntos, atendidos por Kitita y dos de sus hijas mujeres.
   Nunca iban al Pueblo, porque Cesáreo decía que le daba urticaria. Todas las tardes se quedaba en la galería, en una silla hamaca, mirando sus plantas crecer. Mandó a hacer una Iglesia en el Pueblo y dos Escuelas con micro.
   Después del festín que ofreció mi Madre, Cesáreo le contó a su mujer, que una amiga de mi Madre, lo toqueteó tanto por debajo de la mesa, que no pudo comer, por extender el mantel.
   Kitita entró al galope en la casa de su amiga. Se le sentó enfrente.
   —¿Vos no te das cuenta que no podés toquetear a Cesáreo, que es de familia bien, como yo en este caso?
   Pero si nadie vio nada, qué me viene con esas cosas, si ella las ha hecho peores.
   —Te prohíbo la entrada a mi campo, pasaste a ser mi ex amiga. Tengo una razón fundamental. Después de las Elecciones, tu marido no tuvo más remedio que vender sus acciones, ahora pasaron a ser de familia mal.
   Debí decirle algo más y supe cómo, pero el cómo, lo dejo a criterio del lector.    

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