martes, 13 de agosto de 2019

LA BUFANDA



   —¿Aquí hay que ser muy alta para que me atiendan cuando me toca?
   La Panadera no terminaba de entender.
   —Recién hice la cola y cuando llegó mi turno se colaron cinco señoras y un señor. Cada vez que vengo me hacen lo mismo.
   La mujer, que era medio sorda, le preguntó cuánto quería. —Tres flautas largas bien tostadas y de regalo dos tortitas negras con mucha azúcar.
   Le estaban por cobrar. —¿Cómo de regalo? ¿No las vas a pagar?
   Se veía que al marido, le gustaban los chicos, me regalaba siempre dos tortitas, en cambio la mujer era pijotera, por eso él siempre tenía cara de triste. —Disculpe, cóbreme  el pan y las tortitas no las llevo.
   Yo llevé la plata justa y me dijo que había de menos, mañana se lo pagaba. Cuando llegué a mi casa, le conté a mi Mamá, ella se enojó mucho, nunca se enojaba poco, siempre era mucho. Dijo que yo no me sabía defender y que la Panadera era una hija de puta. Ya se iba a trabajar. —Cortá el pan en rodajas y en el horno hay pastel de papas, mirá que está caliente, sacalo con agarradera. A tu hermano servile poco y decile que no coma todo el pan.
   Eso lo dijo al final, la bufanda se le quedó atrancada en la puerta. Me acordé la película de anoche, el asesinato de una mujer con una bufanda enroscada entre su cuello y la rueda del auto, le apretó tanto al salir tan rápido, que se ahorcó, la lengua le colgaba. La actriz era idéntica a mi Mamá. Se me ocurrió una idea, cuando Mamá subió al auto, con la bufanda alrededor del cuello, le até la punta que trabó al salir y la enrosqué en una rueda. Se desató del cuello, frenó el auto y la vio hecha un harapo en esa rueda maligna. Puteó en francés, pensando que yo no entendía. Se fue tan rápido que no le pude dar el beso de despedida.
   El primer intento de matarla me salió mal, pero no faltará oportunidad, como dice mi Papá, cuando Mamá se sube al techo y baja salteando un escalón roto.

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