miércoles, 4 de septiembre de 2019

CELERIDAD



   Prudencio manejaba con prudencia, Selenita le reprochaba todo el camino el uso de la máxima velocidad.
   —Y después vienen las multas, él no las paga y lo llevan ante el Juez.
   —Prudencio, muy seguro, jura que él iba muy rápido, pero que no mató ni un cuis, ni una persona. Por eso sólo tendría que ser sobreseído y liberado de las multas y liberado en general.
   Pone cara de juzgarme culpable, para que le dé esos papelitos que son su pan de cada día. ¿Por qué no la mete adentro a Selenita?, que con esa voz de abejita, dice: —Señor Juez, usted vio cómo son los hombres, que no comprenden que los queremos proteger, como hijos, no como marido, yo tengo pruebas que Prudencio no tiene intenciones conmigo, pero sí con la hija del Encargado.
   El Juez se pone estrábico, piensa que no es su función escuchar problemas personales, “los trapos sucios se lavan en casa”, eso decía su Abuela, que no era sabia, pero era vieja.
   —Señora Selenita, usted salió de testigo de un marido imprudente, al no estar divorciados, su testimonio no sirve.
   No condenó a ninguno, porque dijo que estaba cansado, se tomaría unos días y tal vez, entre ellos, solucionaran las cosas fuera de su presencia.
   —Señor Prudencio, déme las llaves de su Minicooper, los papeles no los necesito, el beneficio de ser Juez. Yo le advertí, esto que hizo cuesta un dinero y ese auto, a partir de ahora, es mío.
   Ni bien el auto arrancó, Prudencio lo corrió hasta perderse, se lo tragó el horizonte. Selenita fue considerada viuda y se casó con el Encargado, la hija salió de testigo. De la emoción a Selenita, le dio un ACV, la llevaron a un Sanatorio y quedó abandonada en un pasillo. Como a las cuatro horas apareció una Enfermera, pero Selenita sólo dejó el calor de su cuerpo. La Enfermera le contó al Médico lo sucedido en su piso.
   —¿Era pobre la enferma? ¿Alguien la conocía?
   La Enfermera, que se acostó con el Médico la noche anterior, a las dos preguntas le dijo que no. Para empezar la siguiente guardia, estaban tan cansados que fueron a tomar un café doble.
   —La gente tiene tanta indiferencia, que nadie preguntó por ella. ¿Te diste cuenta?
   La Enfermera preguntó de qué hablaba: —De nada, voy a dormir un par de horas, si no venís vos, mandame la tetona que es tan eficaz, siempre está dispuesta a todo.  

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