El Continente
que descubrieron, se mantuvo en secreto virtual. Sus habitantes serráticos,
eran complicados, tan altos y delgados, cuando circulaban con el cuerpo y la
visión, el tratar de no chocarse con un saludo y hablar con un amigo o la
mujer, era un albur. Tan sólo un roce de otro serrático los hacían caer en la
calle y enroscarse como nudos sin saber dónde quedaba cada cabeza y esas
piernas a cuál de ellos pertenecían.
Nunca faltaba un
chino, que con paciencia cultural, lograba desatar los enroques. Los transportes
también, eran el doble de largo que el de cualquier otro Continente. Los pasajeros se
metían paralelos, unos sobre otros y el conductor que manejaba, dando tres
vueltas sobre sí mismo, indicaba: —Vamos, vamos, traten de juntarse por que ya
están llegando al techo y este vehículo, puede romperse.
Los Hospitales
estaban llenos de tantas personas quebradas, la altitud se acompañaba con flexibilidad,
permitiéndoles adaptarse a posturas de descanso exóticas, un tanto ofídicas. La
vejez de estos seres era ingrata, porque iban quedando rígidos, tal vez se
quebraban al levantar un nieto para darle un beso. El nieto, tan blandito, se
hacía un bollito, llevaba el día entero encontrar su cabecita, piecitos, manitos,
era como jugar con desesperación a reformularlo, como cuando nació. Descubrirle
la boca para que pueda tomar la teta y el culito para cambiarle los pañales,
del tamaño de una gasa cuadrada. Las mujeres eran tan altas, que cocinaban en
las terrazas de los edificios o sobre la copa de los árboles, estos últimos
ideales para hacer tallarines.
El Científico
ganador del premio Serraticol, descubrió que desde la era primaria de ese
lugar, usaban para cualquier tipo de reparación, el alambrito. Experimentó con
seres serráticos, ponerlos en fila, pies, piernas, cabezas, unos tras otros.
Hizo círculos continuos, como recurso laboral se formaron carreteles de gentes que
sumaban al carretel. Si los serráticos se habían transformado en alambres,
salieron de laboratorios fabriles, cientos, miles de carreteles de alambres.
Los serráticos
que quedaron sueltos y excedidos de peso, parecido a los palos de quebracho,
obesos, acorralaron tierras con varillas, postes y alambres, hasta los límites
que rodeaban Serraticol.
Se dedicaron a sembrar lo que trajeron los vientos. La
división de las tierras dio trabajo a todos y poca remuneración. Los dueños de
las tierras, se hicieron ricos. Se desataron conflictos de palabra y de hecho.
Estaban tan ocupados en aquellas guerras, que el mar se aprovechó del estrecho
Continente, lo invadió hasta hacerlo desaparecer.
El secreto de su
existencia ausente, hizo dudar que alguna vez haya existido.

Me pueden ayudar dándome un cuento humorístico que tiene como principal es un calambrito bailarín
ResponderEliminarLo necesito para mañana por favor si pueden chévere pero sino no se preocupen
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