Lo encontraban
en el Puente De Las Piedras Grandes, había dos caminos, el más largo el del
colectivo y tomando la catarata, estaban en la mitad del tiempo. Se fue
metiendo de a poco, porque tiraba bastante, pero seducía la transparencia y las
piedras, algunas le golpeaban las piernas, pero había grandes que le sirvieron
para descansar.
Cometió la
imprudencia de tirarse de cabeza en un ojo de agua, pero el ojo guardaba un
remolino que lo sumergió. Entonces detuvo su omnipotencia y una rama salvadora,
le sirvió de agarradera. Fue trepando hasta el borde, saltando piedras
aplanadas. Se llenó de barro hasta su comida, no le importó, sintió que pudo
salvar su vida. Finalmente llegó al puente que atravesaba aquel infierno de
agua. Estaban los dos amigos con escopetas de cacería, le llamó la atención,
porque había un acuerdo tácito entre ellos, de la paz y el amor que hablaba
John Lennon, nunca jamás iban armados. Tardó un montón en subir, se sintió como
abandonado, ninguno de sus amigos le dio una mano para llegar. Peter y Frank
tomaron distancia, él estaba embarrado, apedreado, tajeado y con un ojo
cerrado, le salía sangre por los espacios que le dejaba el barro.
—Uy!, cómo te
dejó la travesía, si el fondo es arena ¿por qué tenés tanto barro?-Dijo Peter a
cara lisa-.
Frank fue más
benevolente, pero le dio bronca ser benevolente: —Te fuiste agarrando de los costados, que
ahí sí tenés una barranca de barro, sabés que disfruto cómo te cagó a piedras
el río, pero vos te vas a curar. En cambio lo que hiciste con las chicas, a
ellas no se los cura nadie.
Peter dejó la
escopeta en el piso. —Sabés que Nela es una niña, que ni siquiera se
desarrolló, yo pensaba que la querías, psicópata guardado, la metiste en la
guarida que armamos entre todos, la llenaste de moretones, de tajos profundos y
después la…la…yo no lo puedo decir.
—Frank, acordate
que fue por partida doble, la bestia después vino por mi hermanita, que tiene
¡ocho años! Y le pegaste, la arañaste, le ataste las manos con el yuyo que
corta y arremetiste, te odio, te odio, por eso, hijo de puta, tenemos las
escopetas y son de las grandes. Ponete al borde del puente con las piernas
afuera, atamos las manos y los pies con este alambre de púa y después, nosotros
somos la justicia. Ni te molestes en pedirle a Dios, ni él te reconoce.
Se produjo un
espacio donde le llenaron la boca con sus zoquetes embarrados y a no menos de
cinco metros, le dispararon dos veces. El cuerpo cayó en el río, donde luego
venía la catarata definitiva.
Frank y Peter
tiraron las escopetas, que nadaron por abajo, porque no las vieron más. Los dos
amigos se abrazaron, agarraron las bicicletas y fueron al Hospital.

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