—Mire Don
Antonio, con todo respeto le digo que ser prestamista, es un oficio de alto
riesgo económico. ¿Y si un prestado no le devuelve? Porque el desafío que a
usted le complace es que suceda sin firma, de palabra. En este tiempo la
confianza dejó de existir. Un ejemplo, antes se escribían con h, un montón de
palabras. Ahora no. Antes se decía Septiembre, ahora se aprobó Setiembre. Suena
mal, es necesario. Obscuro, ahora es oscuro y mil ejemplos que no vale la pena
nombrar.
Mi hija eligió
un marido que no es malo, porque se la banca, pero cuando me da consejos,
pienso que merece tener como esposa a la histérica de mi hija.
Yo soy
prestamista y nos soliviantamos, porque él es presagista. Cuando le presté dólares
a mi propio hermano, el más ambicioso, le conté, pero se trataba de mi hermano.
—Don Antonio,
tengo el presagio que nunca le devolverá un peso.
Y sucedió así,
tenía un presagismo que le envidiaba. A mí me duele presagiar tan acertado,
pero sucede.
—Cuando me casé
con su hija, era una geisha, luego una amiga, más tarde una compañera de pieza,
ahora es un cocodrilo. Se lo digo sin respeto, porque considero que debió
prevenirme, aunque no tenga el Don de presagiar. Usted es un simple Don
Antonio.
Yo soy nieta del
prestamista, e hija del presagista. Pedí prestado a mi Abuelo, una cifra
importante y él sin preguntar, dijo que era un regalo.
Mamita querida
enfureció. Justo cuando partía se metió en el Aeropuerto y de su boca a los
gritos, salieron sapos y culebras, que una hija como yo no merecía. Mi Padre
esperó mi partida, me abrazó y acomodó mi sombrero.
—Patricita,
anoche tuve un presagio, y vos sabés que menos con tu Madre, siempre me
funcionó. Vas a encontrar un lugar en el mundo tan soñado, que te vas a
pellizcar finito, para ver si es verdad. Ése será tu sitio, tendrá una casa
soleada, un paisaje, un mar transparente y gente solidaria que te apreciarán
por lo que seas, no por lo que tengas.
Me puse de la
nuca, cuando por la ventanilla del avión, vi cómo Mamita querida le mordió un
brazo entero y se quedó con el brazo, dentro de su enorme boca de cocodrilo.
Papá me llamó a
los dos días, para decir que le pegaron el brazo, con pegamento y que tuvo el
presagio que mataría a su mujer.

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