Todos hacían
fiesta a los quince años. Una tradición estúpida, pero, se trataba de nuestra mejor
amiga, Cecilia Duprat. Para ir a un Boliche, sentarme en la barra, tomar
gaseosa y nadie quería ni hablar conmigo por ser menor, se notaba.
Cambié de idea y
de vestuario, fui hasta casa y me puse el traje de luces, un mamarracho que
compró mi Tía para estos eventos. Ni bien entré al lugar, me sentí entre
desconocidos, ni la vi a Ceci, ni a nuestras amigas.
Tarde me di
cuenta que me equivoqué de salón. Pero todos bailaban en parejas o consigo
mismo. Pasaban los mozos haciendo equilibrio, ofreciendo mojitos, bloody Mary,
margaritas, whisky y ron. Yo fui probando de todo, los únicos que se me
acercaban con una sonrisa, eran los mozos. El techo me daba vueltas y yo,
bailando sola, lo acompañaba, hasta que nos perdimos, después no sé qué
ocurrió.
Me levanté de
entre muchos almohadones, rodeada de chicos y chicas, durmiendo, algunos solos,
otros de a dos y otros…no sé, porque volví a mi casa. El uniforme cubrió el
vestido y llegué corriendo al Colegio. La única que me perdonó la ausencia, fue
mi amiga Ceci. A las dos semanas empezaron las náuseas, hasta en el Colegio
tenía mareos y Ceci me acompañaba al baño y vomitaba, con ella que sostenía mi frente.
Hice el test de orina y el color fue contundente.
¿Cómo decir a
Mis Padres que ni sabía quién era el Padre? Ceci me acompañó al gineco, cuando
ya estaba de cuatro. El Médico que me atendió, dijo ser muy peligroso practicar
un legrado a esa altura del embarazo. Nadie responsable sería capaz. Se ofreció
a seguir los controles y así lo pude conocer adentro de mi panza.
—¿Querés saber
cuál es el sexo?-Preguntó el Doc-.
—No es
necesario, yo sé que va a nacer hombre.
Mis Padres se
enteraron por Ceci, quise que lo supieran.
—Nosotros no vamos ni a aceptar, ni proteger,
el resultado de la buena educación que le dimos.
Ceci se ocupó
tanto de mí, que perdió ese año del Colegio. Los Viejos de Ceci, estaban de
viajes permanentes. Ella armó el dormitorio del bebé al revés. El cielo era el
piso, lleno de estrellas y una luna calma, blanca. El techo tenía árboles,
colinas, gatitos, flores y un sol que recién salía dando los buenos días.
Todo esto se
terminó cuando a Ceci se la llevaron sus Padres. Entré al Hospital en el
momento que rompí bolsa. Corrió el Doc sin el ambo y me ayudó a subir a la
camilla, ni bien separé mis piernas, vino al mundo Cecilio, salió como tobogán
y el primero que lo sostuvo fue mi querido Doc. Me tomé de él, muy muy fuerte. —Por
favor, mi querido Doc, no quiero que me quiten el bebé, si Ud no me ayuda,
¿quién me va a ayudar?
Mientras
depositaba a Cecilio sobre mi pecho, dijo: —Vos y el bebé se vienen conmigo, yo
me lo venía pensando de antes.

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