lunes, 6 de julio de 2020

AIRBAG CON MIEL


   Si hasta ahora no fracasé, es porque no soy fracasada. Ni siquiera estoy casada. Sin querer me salió un verso. Conocí un tipo que me gustaba y me invitó a salir. Chocó de frente con un auto, se abrió el airbag y le pegó en el ombligo. Le quedó como un bandoneón, eso sí que no tuvo solución.
   —Para que te enteres, mi miembro es mucho más grande que su apariencia.
   No pudimos hacer nada, él se acercaba, pero el bandoneón se abría. Lo único que pude fue ejecutar un tema de mi Viejo, que vivía de eso. Cuando el instrumento se cerró, él me ensartó.
   —¡Ay! ¿qué me estás haciendo?
   —No lo digo por soberbio, pero es tan grande, que de tanto forzar para entrarlo, en tu cueva se sintió tan cómodo que no quiere salir.
   —Tirá de la punta y sacalo. Apenas salió.
   —Tené paciencia, cada tanto se le hacen nudos.
   —Cada nudo que sale, me hace doler como un parto, no tengo vaselina, pero sí miel. Vos permanecé quieto, yo te unto.
   —Me vas a dejar pringoso.
   —A mí me encantan los chupetines de miel y me gusta chuparlos.
   —Pero no lo hagas por la mitad, hacelo entero.
   —No puedo, se terminó la miel. Soy un fracaso.
   Por razones obvias me cansé y cuando cerró la puerta, la mitad se partió. Lo metí como souvenir en mi cartera.
   No sé de qué se quejaba, si con lo que lo dejé, será mucho más cómodo para él.

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