viernes, 10 de julio de 2020

UNO PIENSA Y AL FINAL...


   En la cuadra había veinte conventillos. Selena, sentada en el umbral de la vereda, fumando un cigarrillo, mirando una casa.
   Cómo me gustaría vivir allí, donde tienen dos autos, un jardín, con el césped cortadito, pleno de flores exóticas multicolores, que trepaban las paredes y las rejas que lo rodeaban.
   Selena, comparó con el patio de su conventillo, la pura maceta de malvones, hombres y mujeres tomando mate, que siempre la invitaban. Selena contestaba: —No es por despreciar, pero el mate me cae mal.
   Ella se encargaba de baldear los patios de tres conventillos. Un tipo buenmozo, alto, de mirada dulce, abrió la puerta más grande: —Qué lástima que gastes tus manos, tan blancas y jóvenes, baldeando estos patios infinitos. Tu nombre es Selena. Tenía muchas ganas de conocerte.
   —¿Por qué?
   —Porque me gustás mucho, tanto como tus bucles. ¿Te los hacés vos, o son de peluquería?
   —Es mi pelo natural.
   Él masticaba hojitas de menta, y la convidó. Selena aceptó y crearon una atmósfera mentolada. Se sentó bien cerca de ella y le apoyó la mano en la rodilla. Selena pensó: chau, este tipo ya es mío.
   La invitó a entrar a su pieza y le preparó un cafecito, mientras ella miraba las paredes, con afiches superpuestos, algunas fotos porno, una alfombra gastada y la cama de dos plazas, sin tender.
   —¿Querés que haga la cama?
   —No es necesario, yo me encargo, tengo que cambiar las sábanas porque hoy llega mi pareja.
   —¡Ah! ¿Estás casado?
   —Y, tendría que convivir más tiempo.
      Tocaron la aldaba y entró un hombre que él abrazó y le dio besos en la boca.
   —Selena, te presento a mi Marido, se llama Armando. Si nos permitís, hace un tiempo que no nos vemos y necesitamos estar solos. Cuando nos casemos quiero que vengas, podés llevar a tu Novio, no hay problema.

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