Todos perdimos
la memoria de los nombres, de las cosas y las personas. Andábamos perdidos de
nosotros. Con tanta parafernalia, barbijo, anteojos y alcohol, nadie sabía
dónde estaba, ni para qué se usaban.
Llamó el Médico
y me dio un turno. Me perdí, ignoraba quién era el Medico, ni el turno, ni la
hora. Anoté en un papelito y lo pegué al espejo. Llegó el momento donde mi casa
parecía empapelada, de tantas cosas para recordar, que después olvidaba.
Olvidé dónde
quedaba mi casa y me metí en otra. Una familia preparó un omelette, lo comí de
un solo bocado. A la familia le asombró que no les había dejado ni el pedacito
de la vergüenza. La Mujer preguntó: —¿Cómo andás, Clara? Hacía mucho que no nos
visitabas, en realidad no queríamos que nos visitaras, o sí. No sé si sí es no,
o no, es sí.
Me tomé una coca
cola grande, eructé y me fui. No sabía quién era Clara y ella no me conocía. Me
di cuenta porque anotó en un papelito “Clara”.
No recordaba
quién era mi Marido, creo que nunca me casé. Un buen hombre, que me detuvo por
la calle, dijo: —Te veo cara conocida, no sé de dónde.
Resultó ser mi
Marido, no nos reconocimos. Caminábamos por la calle, tomados del brazo. La
gente nos saludaba con mucho afecto. Yo no recordaba a nadie.
Fui la primera en
contraer Corona Virus. Me hicieron un homenaje, por ser la primera y me
pusieron una corona de brillantes. No entendí si era una Reina, o una enferma.
Pidieron que les devolviera la corona. Ignorábamos que todos éramos pandemia.
Además de contagiarnos Covid-19, perdí la memoria, cómo sabré si jugué a
ganador o a placé. Volví a ser coronada con la corona, pero esta vez asistí yo
sola a mi homenaje, los demás tenían tanto miedo de salir, que se quedaron en
sus casas. Yo no me ofendí, ni nada. La nada es el todo.
Poco a poco
fuimos recuperando la memoria. Fue peor, hay cosas que es mejor olvidar. Si no,
pesa mucho y encima el hostigamiento de internet: lávese las manos, cumpla con
el proctólogo.
Los que quedaron
solos, en este camino del terror, fueron todos políticos y sus estúpidos seguidores.
Quedé clavada en
una cama del Hospital, rodeada de paredes de nylon y personas que me abrazaban
y besaban mi boca. No me cojieron, por el nylon. Aunque ahora que veo bien, hay
un tajo en el nylon, que rodeaba mi cama. Fue un regalo de no sé quién. Le
perdono el regalo, pero el embarazo no.

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