martes, 28 de julio de 2020

PAPÁ NYLON


   Todos perdimos la memoria de los nombres, de las cosas y las personas. Andábamos perdidos de nosotros. Con tanta parafernalia, barbijo, anteojos y alcohol, nadie sabía dónde estaba, ni para qué se usaban.
   Llamó el Médico y me dio un turno. Me perdí, ignoraba quién era el Medico, ni el turno, ni la hora. Anoté en un papelito y lo pegué al espejo. Llegó el momento donde mi casa parecía empapelada, de tantas cosas para recordar, que después olvidaba.
   Olvidé dónde quedaba mi casa y me metí en otra. Una familia preparó un omelette, lo comí de un solo bocado. A la familia le asombró que no les había dejado ni el pedacito de la vergüenza. La Mujer preguntó: —¿Cómo andás, Clara? Hacía mucho que no nos visitabas, en realidad no queríamos que nos visitaras, o sí. No sé si sí es no, o no, es sí.
   Me tomé una coca cola grande, eructé y me fui. No sabía quién era Clara y ella no me conocía. Me di cuenta porque anotó en un papelito “Clara”.
   No recordaba quién era mi Marido, creo que nunca me casé. Un buen hombre, que me detuvo por la calle, dijo: —Te veo cara conocida, no sé de dónde.
   Resultó ser mi Marido, no nos reconocimos. Caminábamos por la calle, tomados del brazo. La gente nos saludaba con mucho afecto. Yo no recordaba a nadie.
  Fui la primera en contraer Corona Virus. Me hicieron un homenaje, por ser la primera y me pusieron una corona de brillantes. No entendí si era una Reina, o una enferma. Pidieron que les devolviera la corona. Ignorábamos que todos éramos pandemia. Además de contagiarnos Covid-19, perdí la memoria, cómo sabré si jugué a ganador o a placé. Volví a ser coronada con la corona, pero esta vez asistí yo sola a mi homenaje, los demás tenían tanto miedo de salir, que se quedaron en sus casas. Yo no me ofendí, ni nada. La nada es el todo.
   Poco a poco fuimos recuperando la memoria. Fue peor, hay cosas que es mejor olvidar. Si no, pesa mucho y encima el hostigamiento de internet: lávese las manos, cumpla con el proctólogo.
   Los que quedaron solos, en este camino del terror, fueron todos políticos y sus estúpidos seguidores.
   Quedé clavada en una cama del Hospital, rodeada de paredes de nylon y personas que me abrazaban y besaban mi boca. No me cojieron, por el nylon. Aunque ahora que veo bien, hay un tajo en el nylon, que rodeaba mi cama. Fue un regalo de no sé quién. Le perdono el regalo, pero el embarazo no.

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