viernes, 31 de julio de 2020

LO MEJOR DE LO PEOR


   Mi querido auto rojo bolita, con varios abollones que no pienso arreglar, chocó con un macetero enorme en el estacionamiento. Quedó partido en cuatro, un montón de tierra, su contenido y un ficus que agonizaba. Acostumbro tomar un café, comprar cigarrillos y cruzar a la plaza, donde luego de terminar medio café, la otra mitad la derrama mi torpeza. Me fumo un pucho y le doy tres vueltas a la plaza arbolada.
   El Encargado no aceptó que le pague la maceta estrellada. Un acto de generosidad, en tiempos de cuarentena. Fue una devolución por ser cliente permanente, gastar más de lo que tengo y dejar propina.
   Mi Viejo me enseñó que la propina es de buena educación. El mismo día se quemó mi estufa eléctrica. Hizo cortocircuito y no prendió más. Fue el día más frío del año, en el lugar donde leo, escucho música. Tengo encuentros diarios con mi hijo, que hace más de cien días que no veo. Él vive a mil kilómetros de mi casa y la compu arregla encuentros virtuales, no es lo mismo, pero es lo que hay.
   Salí a comprar una estufa, los horarios eran tan arbitrarios, estaba todo cerrado. Como sin querer, vi en la vidriera una estufa, una sola. No pude elegir y me llevé esa marca pirulo. Me costó lo que me quedaba. Los comerciantes, del pollo aprovechan todo. Cuando estaba entrando al garaje, pasó un tipo y me la dio, no a mí, al auto. Por putearlo cerré la puerta con mis dedos adentro. ¡Ay qué dolor! ¡Ay qué dolor!
   Entré la estufa que pesaba medio kilo, me enganché el pie con la alfombra y caí de boca sobre las llaves. Me importó más prender la estufa, que la sangre que me salió de la herida. Puse la bolsa de hielo sobre mis dedos. Llegó mi mejor amigo, que en vez de preguntar por mí, preguntó por el nuevo bollo del auto.
   Luego encontró dónde estaba la herida y él mismo me curó.
   —Esto debe ser, porque te hiciste mala sangre. Se cura solo, no te pongas nada. ¿Cómo te vas a apoyar bolsa de hielo sobre los dedos, con el frío que hace?
   Preparé mate, que nos quemó, pero nos dio calor. Fumamos flores, cosecha propia, anestésico excelente. Al rato no sentimos nada. Nos acostamos bien cerquita del calor, nos tapamos con una frazada y descubrimos las cosas maravillosas, que ocurren debajo de una frazada.

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