viernes, 17 de julio de 2020

CONSIGNA


   —Vos me tenés que confirmar algo, sé que te enteraste.
   —Maru, me llama todos los días para preguntar, si no me doy cuenta por qué le creció. Yo no sé nada.
   Irene escuchó. —Siempre lo mismo cuando nos reunimos.
   —Ella es muy persistente con respecto a ese tema y ninguna sabe si es mentira lo que dice. No hay que olvidar su mitomanía, tal vez ahora sea cierto lo que inventó.
   Mecha las miró con indiferencia.
   —Tengan en cuenta que es chica, quiere llamar la atención, no tiene ninguna importancia, lo puedo asegurar.
   Irene se ofendió:
 —No me creen nada y piensan que soy incapaz de ayudarle, debo decir la verdad, desconozco de qué se trata. ¿Qué le voy a preguntar? Es muy rigurosa con su intimidad, hice lo imposible para que me contara, por qué le creció qué cosa.
   Me contestó: —No te metas con mi vida, fíjate en la tuya, que la tenés bastante complicada.
   No quise seguir preguntando. Me importa nada. La respeto desde que la conozco, ni sé por qué.
   Los jueves se reúnen a tomar café, Mecha, Maru e Irene. Mientras dejaban descansar la lengua, la vieron. Caminaba con un poncho, se detuvo una cuatro por cuatro. Ella se echó el poncho al hombro.
   Estaba como de seis, Irene dijo de ocho, Maru no dijo nada, no hacía falta.  

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