sábado, 4 de julio de 2020

ALLORA PARLA


   Acordaron no hablar entre ellos, dos horas por día. Frida y Samuel sintieron que con dos horas no era suficiente. Frida engrosó su ausencia de pensamiento y pudo escribir sin pensar, mientras que lo pensado, se le adelantaba sin necesidad de pensar.
   Samuel trabajaba el diseño de edificios en altura, fuera de la tierra, sobre pilotes de cemento. Cambiaba detalles que no lo conformaban.
   Durante el almuerzo, Frida le propuso a Samuel, extender el plazo de dos horas, a cuatro. Preguntó Samuel: —¿Por?
   —Necesito más tiempo para escribir mi novela, sería mejor para terminarla, hace tres años que comencé.
   —¿Vos decís generar más tiempo y más también?
   Llegaron a un mes de no hablarse y lo extendieron a tres. A Samuel le aceptaron los planos del edificio y empezaron a construir. Frida terminó su libro y lo publicó. Los dos sintieron ganas de estar juntos y hablaron de pavadas, temas que habían tratado quinientas veces.
   Él sabía cómo terminaría ella. Frida sabía de memoria como terminaría él. Se pusieron endogámicos, no salían de su casa. Los silencios comenzaron a ser infinitos, mientras cada uno seguía sus trabajos.
   —Frida, me parece que le estamos errando fiero. Tenemos que hacer algo que no hayamos hecho antes. Igual, hace mucho tiempo que nuestro matrimonio es una costumbre molesta.
   —A mí me parece que lo más apropiado, sería divorciarnos, nos estamos privando de muchas cosas.-Aseguró Frida, con mucha seguridad.-
   —Ni que lo digas, Mujer.

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