domingo, 26 de julio de 2020

EL DEBE Y EL HABER


   Un Señor de aspecto distinguido, fue a sacar plata de un cajero, entró una niña que le ofreció: 
—¿Me permite que le sostenga los fajos del dinero de sus múltiples extracciones?, porque entre la tarjetita, sacarse y ponerse los anteojos, va a traer alguna complicación.
   —Bueno, gracias.
   Cuando terminaron sus extracciones, la niña había escapado en una bici oxidada. El Señor olvidó uno en la ventanilla. Subió a un auto aerodinámico. Llegó justo con ella. El Padre salió a recibirlo.
   —No quisiera darle esta mala nueva, su hija me ha robado todo el dinero que pudo.
   —Yo la felicito, hizo justicia por mano propia. Usted, señor Venturado, contrató a mi hija, que parece de trece, pero tiene diecisiete, limpiaba toda su casota. Pero nunca le pagaba a fin de mes. Entre los dos contamos lo debido y resultó la misma plata que usted le debía. Así que no le robó nada, le devolvió, que es diferente.
   El Señor Venturado quiso pagar sus estudios.
   —Para reparar, es tarde, acabo de recibirme de Contadora.
   Venturado la invitó a cenar esa noche, entre brindis y brindis, a él le pareció una mujer ideal. Hasta le propuso matrimonio. Ella aceptó de inmediato. Como para no, Venturado era un empresario rico y operado. Eso disimulaba la diferencia de edad.
   El Padre no tuvo que entregarla, se entregó ella solita, no quiso intermediarios.

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