lunes, 13 de julio de 2020

POR AHORA Y SIEMPRE


   Uno vive rodeado de prohibiciones, así que estamos en casa. Desde la mañana hasta la noche.
   Él quiere que haga cosas para criticarme: —¿Por qué no arreglás las canillas que pierden, vos que sabés?
   Yo sentí una sombra, no era una sombra, era él: —No sabés cómo se hace, dejá que sigan perdiendo.
   Mientras tendía la cama: —Estás tendiendo mal. Poné la sábana de abajo, que quede lisa, sin arrugas. Te equivocaste, la sábana de arriba quedó abajo. Si no estoy yo, tenderías la cama con las sábanas en diagonal.
   Me seguía a la cocina: —Puedo ver desde aquí, que las copas, apenas se vislumbra que son de cristal, ponelas en agua y lavandina.
   Él, mientras acechaba mis equivocaciones, tenía las manos cruzadas, atrás de su culaso. Cuando fui al baño, él estaba adentro escondido, mientras me duchaba: —Lavate sobre todo en tus partes íntimas, incluye el cogote, las téticas, fregate los pies con el cepillo de acero y péinate los pelos que tenés ahí. No sabés bañarte, te pasás la esponja así nomás y te salteas zonas. Mirá lo que sos, te estás secando con la misma tohalla de ayer. Las tohallas las tenés que cambiar todos los días. No te me vayas, secá el baño que mojaste hasta el techo.
   Un rato de muerte vendría muy bien, para descansar un poco de este criticante infernal. Él hace cien días que no duerme, hoy cayó sobre la mesa del comedor, me dio un poco de pena, un poco. Lo tapé con una manta y le llevé una almohada. Él roncaba y babeaba, le tapé la cara con la almohada y no podía dejar de apretar, y apretar, y volver a apretar, es el día de hoy que sigo apretando. Él no se mueve, es tan inactivo!

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