jueves, 22 de octubre de 2020

CAMINO A LA MECA

 

   —Recién entré y no encuentro la salida.

   Me señaló un Abogado:

   —Al fondo a la derecha.

   El tipo pensó que iba a ocupar el toilette de damas.

   Encontré otro símil.

   —Usted siga, siga, siga, es un Partenón, que tenga suerte.

   Nunca llegaba a la salida. Pregunté a un Ordenanza:

   —Señora, encontrará la oscuridad más absoluta, este trayecto las lleva directo a la puerta de salida.

   —¿Cómo? ¿Entonces hay una salida?

   —Su Marido me contó que usted hace las compras del almuerzo y se encuentran en la mitad de Tribunales. Hubo corte de luz, la dejo aquí, tengo que continuar con mi trabajo.

   Me sentí sola, adentro de un espacio negro, donde un cartel fluorescente decía: “Antes de irse tiene que Votar”. Para mí, votar es una tortura, pongo cualquier boleta, igual es lo mismo.

   Se abrió una puerta de dos hojas, la luz del sol no me dejaba ver pero escuché la voz de mi Marido:

   —¡Qué suerte que te encontré! Acá en la esquina hay una enorme manifestación pidiendo Justicia. Tenés que correr un poco.

   —¿Por la manifestación?

   —No, es porque se evaporó el agua de las remolachas. Traté de sacarlas con la pinza del auto, pero se me rompieron las remolachas, la pinza, la hornalla, llegó hasta el piso, mejor vení vos. Te lo tenía que decir, no vaya a ser que se nos incendie la cocina. Abramos las ventanas y el humo va a salir.

   Esto pasó por no cuidar el hervor. Lo más sensato debió ser poner a hervir una pava y agregar lo que le faltaba.

   —Vos no me querés, será por eso que te odio tanto. No te gusta cuando preparo remolachas y las comés por obligación.

   En tu primer pis de la mañana empezás a gritar: “¡Me sale sangre! Me sale sangre” y yo te socorro y aunque no quiera mirar, miro y te digo horrorizada:

   —Tenés razón, te salió sangre y no sabés cómo lo disfruto.

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