domingo, 25 de octubre de 2020

LIJA

 

   Fue por culpa de mis costillas rotas. Conseguí una Mujer con manos de trabajar y ojos buenos. El primer día descubrió que bajo una capa de tierra apisonada, tenía mosaicos negros y blancos imitando al mármol.

   Íbamos por su cuarto día de trabajo. Pasaba a los pies de mi cama y saludaba mi invalidez. El único camino para pasar de una habitación a otra, era mi propio dormitorio. Un día pasó y preguntó:

   —¿Usted tiene Marido?

   —¿Cuál es la razón de su interés?

   Puso cara de equivocada:

   —Como su cama es tan grande, y usted siempre a la derecha, pensé que era soltera.

   —No! No soy soltera, siga trabajando.

   La muy zorra, hizo su segundo descubrimiento: bajo cientos de capas de cera, si se dejaba la madera desnuda, le pasaría su primer encerado. Estuve una semana escuchando la lija metálica. Me mostraron los videos de la planta baja, casi artesanal.

   Luego le dio por blanquear toda la ropa de casa. Pasaba y volvía a pasar, con pilas de ropa, lavadas y planchadas. Y la muy atrevida me guiñaba un ojo. Quería que se fuera, no verle más esa cara de pasarse de lista.

   Volvió mi Marido, yo estaba fajada del cuello a los pies. Alcancé a mirar y escuchar, que él le decía:

   —¡Cómo te extrañé! Esta noche nos ponemos al día.

   —¿Y qué hacemos con la Señora?

   —La trasladaremos envuelta en su sábana y la dejaremos en el sillón de abajo. Antes le pondremos la inyección que asegura, que dormirá veinticuatro horas seguidas. 

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