Hoy no fui a tomar mi café, ni di vueltas a la
plaza, ayer vino mi hijo, hacía diez meses que no lo veía. Nos saludamos con
palabras de extrañadura y un abrazo eterno sin besos. Se quedaría tres días,
fue el tiempo que le dieron permiso. Nos mostramos nuestros trabajos. Hablamos
lo que hablamos por celular, con detalles desconocidos. Todos alegres y
calentitos… Teníamos el plan de no separarnos al menos estos tres días. Hay
tantas carpetas y libros, que muchas viven apiladas en el piso. Con la torpeza
de siempre, para ubicarme a su lado, golpeé con dos costillas al borde del
sillón. A partir de ahí no me pude mover y los “¡Ay, ay, ay!” salieron de mi boca.
No me podía acostar ni levantar y sonreír me hacía doler.
Al día siguiente
fui a la Clínica. En las placas salieron dos costillas partidas. Me pusieron un
corsette y tomar flexicamín B12, cada tres horas. Ojalá hubiera sido morfina.
Los tres miramos series de Netflix, hasta que al final, nos dormíamos. La novia
se encargaba de las comidas y mi hijo de lavar la cocina. Tendían las camas,
preparaban desayunos, licuados y recuperamos el ice cream. Cada vaso tenía su
nombre impreso, para no confundir los tantos. El Padre lo escuchaba todo el
tiempo. Nos relató de sus amigos, era toda buena gente y les trajeron aires
nuevos. Aprovechamos y disfrutamos de las cosas que contaban.
En tiempos
anteriores al corona virus, venía una vez por mes y de la bonhomía pasábamos a
la discusión. Cuando se iba nos pedíamos perdones y nos dábamos los últimos
besos de mí y el abrazo eterno de él. Parece mentira que dos costillas
partidas, fueran más importantes que su visita. En los pocos momentos que la
Novia se sentaba, hablábamos de cosas de mujeres, cremas, pinturas, los
componentes del maquillaje que no se noten. Mostraba todo lo que hacía, usaba
piedras semipreciosas, las engarzaba en alpaca y les inventaba cadenas. Vendía
por Mercado Libre. Un ser tan extraño como mi hijo, geniales, irónicos,
ocurrentes, apasionados y coléricos. Son ricos en sus proyectos.
Cuando se
fueron, no fui a tomar café ni a dar vueltas a la plaza. Estaba tirada en la
cama, mirando las fotos.

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