martes, 20 de octubre de 2020

COSTILLAS

 

   Hoy no fui a tomar mi café, ni di vueltas a la plaza, ayer vino mi hijo, hacía diez meses que no lo veía. Nos saludamos con palabras de extrañadura y un abrazo eterno sin besos. Se quedaría tres días, fue el tiempo que le dieron permiso. Nos mostramos nuestros trabajos. Hablamos lo que hablamos por celular, con detalles desconocidos. Todos alegres y calentitos… Teníamos el plan de no separarnos al menos estos tres días. Hay tantas carpetas y libros, que muchas viven apiladas en el piso. Con la torpeza de siempre, para ubicarme a su lado, golpeé con dos costillas al borde del sillón. A partir de ahí no me pude mover y los “¡Ay, ay, ay!” salieron de mi boca. No me podía acostar ni levantar y sonreír me hacía doler.

   Al día siguiente fui a la Clínica. En las placas salieron  dos costillas partidas. Me pusieron un corsette y tomar flexicamín B12, cada tres horas. Ojalá hubiera sido morfina. Los tres miramos series de Netflix, hasta que al final, nos dormíamos. La novia se encargaba de las comidas y mi hijo de lavar la cocina. Tendían las camas, preparaban desayunos, licuados y recuperamos el ice cream. Cada vaso tenía su nombre impreso, para no confundir los tantos. El Padre lo escuchaba todo el tiempo. Nos relató de sus amigos, era toda buena gente y les trajeron aires nuevos. Aprovechamos y disfrutamos de las cosas que contaban.

   En tiempos anteriores al corona virus, venía una vez por mes y de la bonhomía pasábamos a la discusión. Cuando se iba nos pedíamos perdones y nos dábamos los últimos besos de mí y el abrazo eterno de él. Parece mentira que dos costillas partidas, fueran más importantes que su visita. En los pocos momentos que la Novia se sentaba, hablábamos de cosas de mujeres, cremas, pinturas, los componentes del maquillaje que no se noten. Mostraba todo lo que hacía, usaba piedras semipreciosas, las engarzaba en alpaca y les inventaba cadenas. Vendía por Mercado Libre. Un ser tan extraño como mi hijo, geniales, irónicos, ocurrentes, apasionados y coléricos. Son ricos en sus proyectos.

   Cuando se fueron, no fui a tomar café ni a dar vueltas a la plaza. Estaba tirada en la cama, mirando las fotos.

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