—Te llamo para
contarte, ¿sabés que a Laura el Marido le pidió el divorcio? Ella le dijo que
no iba a firmar, hasta que hicieran un viaje juntos al Mato Grosso. ¿Y sabés él
que contestó?, que se casaría igual. Tiene una Secretaria veinte años menor que
él...
—La voy a Llamar
a Mecha para contarle.
—Me lo dijo
Venus y no tengo interés en que difamen a la pobre Laura. Ella sigue a su
Marido, como si fueran hermanos. Tiene la convicción que en el matrimonio se
hacen votos para siempre, hasta que la muerte los separe. Es la mejor amiga de
la Secretaria de su esposo. Con ella almuerza, hacen shopping, se abrazan y se
besan entre ellas…
—¿No te parece
demasiado? Lo que más le gusta es viajar con ella. La voy a llamar a Rosita,
que sabe de las vidas de todas nosotras.
—Compraron unas
hojas amargas, para alimentar la amargura que tiene aquél hombre en la casa. Tiene
celos de su Secretaria, porque siempre están juntas.
—A mí me
contaron que él la castiga con la tohalla mojada, duerme boca abajo, porque la
espalda le duele mucho. Esperá un poco, la voy a llamar a Pilar.
—¿Viste lo que
le pasó a Laura? Como nunca se casó, ni puede tener hijos, sale sola por ahí,
vestida de hombre. Tiene la fantasía
aunque sea tan fea que duele. Encontrará algún hombre que le guste los
hombres. No estoy muy segura, pero a las pruebas me remito. Yo los ví juntos y
tenían caras de felices. Esperá un poco, la voy a llamar a Laura. Ella nunca
miente y me contará la verdad. Yo me había dado cuenta, anda con el verdulero
que es un tipo groso y le regala mandarinas por los servicios que ella le
presta. Se enamoró de él. Practican por la mañana, aunque engañe al Marido, él
está chocho, pensá que ya es un viejo choto, perdón, un viejo chocho. Le regala
anillos y gargantillas de perlas o de brillantes. El viejo es rico y teme que
Laura lo abandone, esperame ahí en el teléfono, que tengo a Pina en línea.
—Sí, ya sé todo,
la pobre Laura empapeló la casa con frutos de mandarina y cuando no hay nadie
le pasa la lengua al empapelado.
Laura las quiso
reunir a todas: Mecha, Rosita, Pilar, Venus y Pina. No las saludó, las hizo
pasar y sentar.
—Ustedes sí que
son lo peor, inventaron mentiras, me denostaron, me humillaron y muchas cosas
más. Las pensé amigas del alma y son los diablos que se ensañan conmigo.
Rescindí el contrato de nuestra amistad. Todo tiene fecha de vencimiento. Les
pido que se retiren de inmediato, la Secretaria de mi Marido, las acompañará
hasta la puerta.

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