domingo, 23 de mayo de 2021

ARISTODUELOS

 

   Vestido de negro desde la galera a los pies, con polainas blancas que le daban un poco de vida a su porte. El Chofer lo esperaba en una berlina recubierta con maderas malaicas y forrada en piel de tigre. Se reunió con sus viejos amigos:

   —No puedo entender cómo andás con ese disfraz en todas partes, Conde de la nada.  

   —Fui Conde, ahora todos ustedes se destacan en alguna ciencia. Yo vengo aquí y aprendo algo, no todo. Hay cientos de cosas que no entiendo. Me complacen estas reuniones. Tenía una Madrastra que nunca me mandó a la Escuela.

   —Prefiero tenerte a la vista, estudiar es lo de menos, vos ya tenés un nombre. No cualquiera es el Conde de Montecristo, por eso tus amigos te convocan siempre.

   Su Madrastra ignoraba que el Conde era autodidacta. Su peor enemigo, el Duque de Safrasnafa, lo retó a duelo.

   —Por soberbio sin estudios, por ser pequeño, no tolero que digas cosas mendaces de mi familia.

   Durante el amanecer con neblina eligieron sus Padrinos. También eligieron armas. El Conde un revólver de caño largo y el Duque un revolver labrado en oro. A los diez pasos el Conde le disparó antes que el Duque.

   El Duque murió de inmediato con una bala en el corazón.

   El Conde de Montecristo quiso seguir con los duelos, sus propios amigos eran desafiados por el Conde. Pudo con todos. Los parroquianos enfurecieron y lo llenaron de improperios. Al hijo menor del Duque de Safranasfra lo decapitó él mismo en la Plaza Pública. Se adueñaron de la galera, la pisotearon, la escupieron, la destrozaron. 

   La Madrastra del Conde, luego de aquellos episodios nefastos enviudó. Tenía relaciones con el hijastro desde antes que mataran a su Marido.

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