lunes, 10 de mayo de 2021

TRAPOS

 

   Entraba a los negocios de ropa de diseño, miraba las prendas que no tuvieran alarma. Tenía la compulsión de robar, se probó un vestido negro y se admiraba en el espejo. Entró una señora para preguntar:

   —Si me permite mirar este perchero.

   La empleada le contestó mientras hablaba con el celular colgado de la oreja:

   —Para eso estamos, señora, mire todo lo que quiera.

   Cuando nuestras miradas se cruzaron:

   —Éste es el vestido que quiero, el mismo que tiene la señorita.

   Mientras la empleada lo doblaba, lo envolvía e intentaba cobrarle, la señorita se perdió entre el gentío, con el vestido robado. Quiso anteojos negros de marca. Entró a una óptica con sus propios anteojos.

   —¿Encontraste lo que buscabas?

   —Vos sabés que no, pero no importa, seguro que van a recibir otros modelos.

   Había mucho sol, los anteojos que robó la protegieron, los suyos quedaron en la vidriera de la óptica. Y siguió robando toda la tarde. Se acercaron dos agentes, la subieron a un móvil.

   —Lo único que les pido es que me dejen robar. Ustedes están acostumbrados, saben muy bien lo que se siente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario