jueves, 20 de mayo de 2021

LOS QUE ESTÁN CERCA Y LEJOS

 

   A los 72 años, una se encuentra tan cerca del piso, fue como si el cuerpo se hubiera achicado. Se apilan los huesos, salen suplementarios conocidos vulgarmente por juanetes. Los tobillos se carrujan o se ponen flacos. Duelen los pies lo mejor es caminar descalza, a la orilla del mar o en las baldosas de una casa. Las manos se cubren de manchitas oscuras y la cara de lunares pinchudos.

   Uno no recuerda cuántos años tienen sus nietos, equivoca los nombres y las fechas de cumpleaños. Sucede que las nueras carecen de existencia. A los 72, dudan si tienen 75 o 70. A los hijos los adoran, aparecen de cuando en cuando, aunque vivan a la vuelta.

   Se pierde la vista, los dientes y el oído. En el silencio de vivir sola, suelen hablar y llegar a pelearse con el gato, como perro y gato.

   “Vengo acá para protegerte…”  Mira una película Netflix y le dan ganas que le pase lo mismo, “Vengo acá para protegerte…”. A los 72 se piensa así, necesita alguien que la proteja, uno de sus hijos, un nieto y hasta una nuera aceptaría. Está sola y su soledad la protege.

   Vienen sus hijos, sus nietos y nueras. Les abre la puerta y desconoce a todos.

   —No sé quiénes serán ustedes.—y les cerró la puerta en la cara.

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