jueves, 27 de octubre de 2016

DOGMAS

                               
   —Hija mía. -Le decía el cura que respondía a las ideas pedofílicas de sus colegas-.
   —Para ser feliz, escribió un Sabio Vietnamita al borde del Jamalaya, deberás “Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”.
   Martirio, que lo escuchaba con devoción adolescente, tiempo más tarde, plantó un marido, no tuvo un hijo, carecía de ovarios, ni pudo escribir libro alguno, por ser analfabeta.
   Se sintió culpable ante el cura. Cuando lo cruzaba, inclinaba la cabeza y no saludaba.
   Una mañana de plafón bajo lo tropezó, se puso de rodillas y colgada de la sotana rogó —Perdón cura! Perdón cura!, diga que sí, por fa, por re, por si, o cualquier nota de su pentagrama.
   —Hija mía, para mí sería un martirio no perdonarte.
   Ella se abrazó a las exiguas caderas del religioso, con tanto ímpetu, que sintió una especia de crac, proveniente de la sotana. —Que dios te perdone, Martirio, me has rasgado la sotana y es la única que tengo, has dejado mi orgullo partido.
   Ella se levantó y con voz devota preguntó 
—Señor cura, no comprendo bien… ¿Qué le he partido de su orgullo?
  Martirio estaba igual a la estampita de María Magdalena, el cura, con el rostro desfigurado por el dolor, respondió —Hija mía, has partido mi miembro viril. La única familia que poseía. Sal de mi vista, temo que quieras repararlo con un alambre oxidado.
   Martirio de fue corriendo hacia otras tierras. Avistó un lugar desconocido y preguntó a un pescador —¿Señor pecador, cómo se llama este sitio?
   El pescador la miró como un pecador —Ud. Se encuentra al borde del Jamalaya, a cuatro pasos de la ermita del Sabio Vietnamita, ande con cuidado, el Sabio Vietnamita que otrora fue feliz, ahora es infeliz y en cuanto vea una mujer tan buenazaza, como está usted, le cortará la cabeza.
   Martirio huyó y no paró hasta encontrar un Seminario, donde le dieron un trabajo para limpiar pisos. Los aspirantes miraban los cuartos traseros de Martirio laboriosa. Misteriosamente, se metían en los sanitarios, en dulce montón, no tardaban nada.
   Martirio fue canonizada por el Papa Peculado XIV.
   Nadie supo bien por qué, todos piensan que hubo acomodo.
                                                                 

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