—Hija mía. -Le
decía el cura que respondía a las ideas pedofílicas de sus colegas-.
—Para ser feliz,
escribió un Sabio Vietnamita al borde del Jamalaya, deberás “Plantar un árbol,
tener un hijo y escribir un libro”.
Martirio, que lo
escuchaba con devoción adolescente, tiempo más tarde, plantó un marido, no tuvo
un hijo, carecía de ovarios, ni pudo escribir libro alguno, por ser analfabeta.
Se sintió
culpable ante el cura. Cuando lo cruzaba, inclinaba la cabeza y no saludaba.
Una mañana de
plafón bajo lo tropezó, se puso de rodillas y colgada de la sotana rogó —Perdón
cura! Perdón cura!, diga que sí, por fa, por re, por si, o cualquier nota de su
pentagrama.
—Hija mía, para
mí sería un martirio no perdonarte.
Ella se abrazó a
las exiguas caderas del religioso, con tanto ímpetu, que sintió una especia de
crac, proveniente de la sotana. —Que dios te perdone, Martirio, me has rasgado
la sotana y es la única que tengo, has dejado mi orgullo partido.
Ella se levantó
y con voz devota preguntó
—Señor cura, no comprendo bien… ¿Qué le he partido de
su orgullo?
Martirio estaba
igual a la estampita de María Magdalena, el cura, con el rostro desfigurado por
el dolor, respondió —Hija mía, has partido mi miembro viril. La única familia
que poseía. Sal de mi vista, temo que quieras repararlo con un alambre oxidado.
Martirio de fue
corriendo hacia otras tierras. Avistó un lugar desconocido y preguntó a un
pescador —¿Señor pecador, cómo se llama este sitio?
El pescador la
miró como un pecador —Ud. Se encuentra al borde del Jamalaya, a cuatro pasos de
la ermita del Sabio Vietnamita, ande con cuidado, el Sabio Vietnamita que
otrora fue feliz, ahora es infeliz y en cuanto vea una mujer tan buenazaza,
como está usted, le cortará la cabeza.
Martirio huyó y
no paró hasta encontrar un Seminario, donde le dieron un trabajo para limpiar
pisos. Los aspirantes miraban los cuartos traseros de Martirio laboriosa.
Misteriosamente, se metían en los sanitarios, en dulce montón, no tardaban
nada.
Martirio fue
canonizada por el Papa Peculado XIV.
Nadie supo bien
por qué, todos piensan que hubo acomodo.
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