domingo, 23 de octubre de 2016

SOMO TODO IGUALE


   Se durmió en el micro. —Es el fin de mi jornada, los recorridos terminan aquí.
   Nina descendió con ojos pegados y andar sonámbulo, llovía tanto y su casa quedaba tan lejos. Le alegró que no necesitaría bañarse, el pelo y la piel quedan seda con agua.
   Fue su día de cobro, cuando sus piernas dijeron basta, llamó un taxi.
   —En la esquina está bien.
   Sacó su billetera vacía —Chofer, disculpe, pero me robaron la plata, tal vez en el micro, cuando quedé dormida, no sé cómo solucionar el tema.
   —El problema se soluciona pagando, Srta, entre en su casa y vea.
   Nina recordó que allí tampoco tenía un mango.
   —Un café con galletitas ¿Podemos arreglar así?
   El chofer entró en su casa, con vergüenza, se sentó en el banco más incómodo. Tomó café, dijo gracias. Comió una galletita, dijo gracias. Espiaba la biblioteca que forraba cuatro paredes —Lee mucho usté, se nota.
   Nina dijo que antes de trabajar doce hs por día, devoraba libros en cualquier momento y lugar.
    —¿Se los come? Con razón en la escuela le dicen traga a los que leen mucho.
   Nina rió a carcajadas y el chofer bajó la cabeza, pensando que había dicho alguna burrada. Ella sacó dos libros impecables y se los regaló. “La Cabaña del Tío Tom” y “Corazón”.
   —Ah…sí, estos los leí de chico, ¿No tendrá “Cien Años de Soledá”, o alguno de Brudburry?
   Nina quedó tan sorprendida, buscó “Cien Años de Soledad” que incluía el árbol genealógico, en una tarjeta amarillenta, escrita algún día para no perderse y “Farenheit”.
   —Ahora le tengo que dar yo, el vuelto, Srta. ¿Usté no acectaría ir al cine conmigo el domingo? La paso a buscar y despué me gustaría que conociera a mi vieja, se parece a usté, los ojo son igualitos. Debe ser que ella también es una gran letora.
    Nina durmió vestida y pensó en el tachero, bastante buen mozo, por cierto.
                                                                 

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