miércoles, 5 de octubre de 2016

ESCRIBIR EN LA TIERRA


   Consiguieron un trabajo en una escuela rural. Él era el Director y ella la Maestra. Tenían veinte alumnos.
   Había vientos fuertes y lluvia. Los chicos no faltaban jamás. Ellos recibían los sueldos por correo y el papá de un chico hacía de cartero. Fue lamentable, no percibían sueldo y en dos semanas llegaba una Inspectora de Escuelas.
   El Dire se desplazaba por doquier con una bata de pirineo rojo y bordes dorados. Ella daba clases en camisón, sobre todo y pantuflas de cordero.
   Aprendieron cuerpos geométricos, usando estructuras de cañas y papel de diario. Cuando el viento cesaba, cada chico señalaba el cuerpo que más le gustara y explicaba las caras, vértices y rectas. La esfera era conocida por todos. La pelota que jugaban los domingos, el Director era el arquero, atajaba todo con la bata puesta. La Maestra esperaba que haya viento para comenzar la clase de barriletes. Cometas que los chicos hacían con papeles livianos, traídos por la Maestra platense. Morían de placer por los colores que ascendían, hasta que a alguno se le terminaba el hilo y todos podían ver cómo el barrilete rojo llegaba al cielo.
   Les enseñaron a preparar una sopa, con tres verduritas. Todos tomaban un jarro. El Dire tenía un horno de barro. Les daban pan en el mate cocido con leche.
   Los ahorros del Dire y la Maestra terminaron, ellos siguieron sin contar a nadie.
   Apareció la típica inspectora traje azul, blusa blanca, tacos carretel y caminaba estilo “apretando el paso, cerrando el culo”.
   Tocó la campana y antes de saludar preguntó porqué no teníamos bandera, el Dire se brotó —No sé, a lo mejor está con los cuatro meses que nos deben.
   La Inspectodo preguntó por dónde estaba el material didáctico. Ella le respondió con firmeza que allí el material didáctico se encontraba en el cielo, en la tierra y entre las personas. —Quiero algún testimonio real.
   Le mostraron las clases de “barrilete”, las de gimnasia, las de geometría —Pidió que no siguieramos, era suficiente.
   La Maestra le cebó un matienzo. —¿En serio hace cinco meses que no cobran? Yo, algo voy a solucionar. Les doy mi palabra. Es un paso en la Educación lo que hacen. Lo voy a decir.
   En menos de una semana llegaron sus sueldos, tres encomiendas gigantes y una bandera nueva.
   —¿Qué hago con este palo que llaman mástil?-Dijo ella-.
   Contestó él —Y…métela para sostener el techo de allá.
   —Bien ¿Y la bandera?
   —En el agujero de la ventana, ponela doble con cuatro chinches.
                                                                    

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