sábado, 12 de noviembre de 2016

CAFÉ LA PAZ


   Parecía el mismo retrato de lo que fue, Polo se clavó en sus treinta, daba vuelta la cabeza en una columna con espejo. Se sentó —¿Y vos mi querida, en qué andás?
   Pola contestó —En micro.
   Mientras él se miraba en el espejo, se mostró dientes blancos como perlas de cultivo, se sonreía y se guiñaba un ojo, a sí mismo. Y habló, tras la pausa “Elongue Lapegüe” —Yo pregunté en qué andabas, si hacías teatro, si dibujás, si escribís, si tenés alguien en vista, o a la vista, qué sé yo.
   —Pará un poco, Polo, siento que hablo con un hijo, como yo estoy hecha un manantial de arrugas, vos, no sé, es raro. Sos coqueto, te mirás en el espejo como una obra de arte recién adquirida…
   —Como bien decís, ésta es mi última adquisición. Vendí el auto, la casa, la quinta y mi mujer. Que la compró un primo por monedas. Me practicaron una cirugía nucleonar, en toda la cara, levantaron los colgajos de piel, propios de la puta edad, con un relleno plástico, hecho de botellas 7 up, optimización de recursos. No dolió nada y aquí estoy. ¿Sabés que eras mi mejor amiga?, mi única amiga.
   A Pola la revolcaron las atrocidades que escuchó del, ahora, su joven amigo. —¿Para mirarte me citaste?
   Él se tomaba el mentón como “El Pensador”. —A mí me gustaría vivir con vos, siempre fuiste lejana y cercana, era uno de tus atributos. Cuando me besabas, pasaban cosas…y lo de después, nuestro hijo de diecinueve, al que no conozco todavía. Quiero un favor, lo pago yo, quiero que te hagas una cirugía nucleonar en la cara y una retrooptimización en el resto. Después sí me caso con vos. ¡Decí que sí!
   Pola se fue sin odio, pensó ¡Qué gordo boludo! Por dios!
                                                          

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