Parecía el mismo
retrato de lo que fue, Polo se clavó en sus treinta, daba vuelta la cabeza en
una columna con espejo. Se sentó —¿Y vos mi querida, en qué andás?
Pola contestó —En
micro.
Mientras él se
miraba en el espejo, se mostró dientes blancos como perlas de cultivo, se
sonreía y se guiñaba un ojo, a sí mismo. Y habló, tras la pausa “Elongue
Lapegüe” —Yo pregunté en qué andabas, si hacías teatro, si dibujás, si
escribís, si tenés alguien en vista, o a la vista, qué sé yo.
—Pará un poco,
Polo, siento que hablo con un hijo, como yo estoy hecha un manantial de
arrugas, vos, no sé, es raro. Sos coqueto, te mirás en el espejo como una obra
de arte recién adquirida…
—Como bien
decís, ésta es mi última adquisición. Vendí el auto, la casa, la quinta y mi
mujer. Que la compró un primo por monedas. Me practicaron una cirugía nucleonar,
en toda la cara, levantaron los colgajos de piel, propios de la puta edad, con
un relleno plástico, hecho de botellas 7 up, optimización de recursos. No dolió
nada y aquí estoy. ¿Sabés que eras mi mejor amiga?, mi única amiga.
A Pola la
revolcaron las atrocidades que escuchó del, ahora, su joven amigo. —¿Para
mirarte me citaste?
Él se tomaba el
mentón como “El Pensador”. —A mí me gustaría vivir con vos, siempre fuiste
lejana y cercana, era uno de tus atributos. Cuando me besabas, pasaban cosas…y
lo de después, nuestro hijo de diecinueve, al que no conozco todavía. Quiero un
favor, lo pago yo, quiero que te hagas una cirugía nucleonar en la cara y una
retrooptimización en el resto. Después sí me caso con vos. ¡Decí que sí!
Pola se fue sin
odio, pensó ¡Qué gordo boludo! Por dios!
No hay comentarios:
Publicar un comentario