miércoles, 19 de diciembre de 2018

IMPURAS MENTIRAS



   Las Fiestas son pabellones de días, donde no ocurre nada diferente a los días que vienen. Para hacer como que existen, se hacen regalos tontos, abrazos mentidos, risas de vino, champagne o sidra. (Qué asco la sidra). Los obligados arbolitos, con bolas de colores, un año bolas rojas, otro doradas, otro árboles blancos o pequeños y sucios en los negocios de “Comida para llevar” y Almacenes tan tristes, tan falaces, tan kitch.
   Siempre odié las fiestas, conmemoro el 25, la Navidad de mi Papá, el día que nació, abriendo al mundo su bonhomía y alegría.
   Porque los otros son tan robóticos y estos días, más diabólicos, impuros, descarados. Después es cualquier día de oficina, donde hay un bueno cada 25 malos. Los cuetes, que parecen tiros, las manifestaciones, gratuitas o pagas.
   Hoy es Noche Mala, perdón, Buena, tengo una botella de champagne, encima fumé tres porros paraguayos al hilo y un bagullito de hachís francés. Me tiro a la pileta, hago un tadásana perfecto. Miro los fuegos artificiales, cada vez más chicos, cada vez menos plata. Nado por abajo, salgo y la bata azul me envuelve, me lleva a la cama, miro una película de netflix “Merry Christmas”, espero el beso de mi Abuela, hago de cuenta que soy niña y me duermo.

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