jueves, 27 de diciembre de 2018

PRINGUE



   Frío, calor, llueve, auto roto, remís te arranca el moño, estoy sola, debe ser lo mejor que hice en mi vida, atenderme  yo a mí misma y no tener un gandul al lado, como mi amiga Kitty. Se tiene que bancar una tortuga que la borra de su mira, le dice: —¿Querés vacaciones?, soy yo el que necesita descansar de tus demandas absurdas.
   Le dijo que ni lo pensaba.—Me voy al carajo.
   El carajo debo ser yo, que soy su amiga incondicional.
   —Vos, quédate con los chicos, acá tengo mi maleta prolija, limpia y con rueditas.
   Kitty se pone delante de la puerta y no lo deja salir. Él abre la ventana, salta él, luego rueda su maleta, apoya los labios en los vidrios para saludar a los chicos, que hacen lo mismo y le gritan:
   —¡Que te diviertas, Papi!
   Sube al remís y el avión de su trompa lo espera en un campo con pista de aterrizaje. Cancún los espera. El trompa tiene un piso que da al mar. De la cama a la arena, de la arena a nadar. Si se acerca alguna mina, él pregunta: —¿Vos querés que te acompañe?
   —Ni en pedo.
   Le digo que soy gay, así no me jode más.
   Aparece en casa, o sea en el carajo. Mi mejor amiga, Kitty, mira el techo, fuma y duerme. En el cuarto de huéspedes viven los chicos. Los llevo al colegio, les hago de comer. Kitty empezó a salir con el rotisero y yo me encargo del resto.
   Hay tanta humedad, la ropa no se seca, ya no estoy sola, debe ser lo peor que hice en mi vida, llueve, el auto roto. Voy a la Rotisería, casi cierra, compro chocolate. —¿Me llevás al centro en tu camioneta? Son cuatro cuadras.
   Kitty se quedó en casa. Hoy me toca a mí. —Y no te hagas el estrecho, me enteré por Cholo, cuando le dijiste que yo era una potra. ¿Vamos a potrear?

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