Ayer fue el Día
de la Primavera, fue sábado y no se escuchó en la manzana donde vivo, ni risas,
ni música, menos mal, porque les gusta la salsa, la cumbia y otras cosas que
deprimen, relatos de fútbol grabados.
Hoy fue domingo
y todos los fondos que coinciden, empezaron con los fueguitos y el olor del
asado que invadió mi casa, no sé quién hizo pollo y hablaban al mismo tiempo,
de pronto un silencio largo, estaban como un coro en plena masticación y se
escuchaba crunch crunch y seguían en silencio, hasta que abrieron los vinos.
Brindaban a los gritos y se tiraban con pancitos, “un aplauso para el asador”.
Volvió el
silencio justo cuando terminaban los vinos, se escucharon los snif snif, en
todas partes aspiraban al unísono y era merca de la buena. Todos resucitaron y
empezaron a decir boludeces imperdonables, delante de los chicos, que no
merecían aquél espectáculo grotesco. Soy vegetariana, para mí comer vaca es
como carne de persona y el pollo es muy similar a comer pajarito. Mi dieta es
vaporizada, verdura y semillas de cualquier cosa que tenga nutrientes.
—Ché, Vieja,
¿Qué te parece si hago unos fideos con salsa?, queso de rallar que trajo Rubén
y la esposa que viene sola. Desde que se divorciaron andan más juntos que
nunca, se dan besos de lengua, con la comida adentro de la boca.
A mí me viene
perfecto, porque voy al baño y vomito todo lo que comí. Es una forma de
adelgazar. Prefiero que vengan poco a visitarnos. Rubén es una excelente
persona, cuando se divorciaron, la mujer se fue a vivir enfrente. Se visitaban
todas las tardes y terminaban franeleando mientras los vecinos salían a la
puerta, para mirarlos.
—¿Sabés que
cuando los ves en la vereda,-Contaba Pancha-, ella anda sin calzón?
Le dije al
viejo, que no los invitemos más y si llegan a aparecer, hacemos de cuenta que
no estamos.
Sacó la reposera
al jardín y estuvo de acuerdo. Tomamos dos copas de vino y cuando deja de dar
el sol, nos vamos a dormir la siesta.
A las dos horas
nos levantamos y tomamos té verde con galletitas dietéticas, miramos una serie
en la bohardilla. A veces le vemos cuatro capítulos seguidos, apagamos el entontecedor y bajamos a comer
bananas con gelatina.
Me tomo dos
pastillas para dormir. No voy a seguir contando, porque nuestra vida, es una
joda bárbara.

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