sábado, 26 de octubre de 2019

CONSECUENCIAS



   —Venís y me pedís perdón, te salió mal, no te publicaron una mierda. Yo sé cuál es la razón, tus cuentos lindan lo porno, a los pocos lectores que quedan no les gusta la cosa obscena y el lenguaje soez. Los cultos se alejan de las lecturas bizarras. El abuso que hacés reduciendo el mundo al engaño, la traición, disfrazando al hombre y la mujer, a veces los niños, al sexo en situaciones groseras. El lector siente que le faltás el respeto. Vos sos una persona que leyó toda la vida y los Autores que te gustan son excepcionales. Deberías pensar en historias que despierten la imaginación, el libre pensamiento, la complejidad de la psiquis de cualquier personaje. Dignificar al hombre, abrirles caminos que provengan de tu buena conciencia. Mi Viejo siempre decía que ojalá algún día te conociera. Yo dediqué toda mi vida a la Literatura. Se me cayeron las pestañas en la Universidad, desafiando teorías estancas, promoviendo los buenos. Cuando te encontrás con la hoja en blanco, escribí con las mejores intenciones… Sos una mala persona, porque vaya a saber, sacás lo peor de vos misma. Y sé que sos capaz, mirá lo que son esas tetas embandejadas, me dan ganas de comerlas hasta el corpiño, me enteré que te dijeron que soy un boludo y es cierto, tengo las bolas grandes y no sabés el acompañante. Sos descarada, te sentás en el sillón con las piernas abiertas, se puede ver el vaquero descosido, justo ahí, ni siquiera usás bombacha. Noto que tenés frío, porque se te paran los pezones, o me querés calentar o de verdad tenés frío, voy a cerrar la ventana, que está justo detrás del sillón, soy tan torpe que me caí encima tuyo, como Editor de envergadura soy distraído, ni cerré la ventana y además me pedís que me quede encima de vos.
   —¡Ay, qué lindo! ¿Cómo hacés para darme calor tan luego ahí?
      Yo no te contesto pero te recibí con un pantalón sin botones y ninguna falta de respeto, entré en el agujero, que vida de mierda, al rato se terminó.
   —Mañana es domingo y tengo que ir a votar. ¡Qué garrón!
   Le dije que no fuera: —La política no existe, los tipos quieren guita, lo mejor que podés hacer es venirte derecho a casa y hacemos la práctica de las porquerías que escribís. A mi cabeza no le interesa, pero no me preocupo, espero que me la hagas perder y encontrarla de nuevo, sin descanso, hasta que termine el recuento de votos.
   —Me encantó tu idea, me voy e tener que lavar bien los dientes, el uso de la lengua lo requiere.

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