lunes, 28 de octubre de 2019

NINFA TETONA



   Ella probó con un beso en una plaza y Julián le dijo que a él no le gustaban las minas. Era tan ansiosa que se colgó del timbre de la casa de Oscar. Le llevó un té a la cama y le dio un beso entusiasmado “este es mío”, pensó. Oscar le confesó que tenía una novia más grande que él: 
—Aprendí cosas, ¿no me notás más grande?
   —Tocan el timbre, debe ser ella para darme la inyección. ¡Tiene una mano! Bueno, a vos no te cuento porque sos mujer.
   Silvia, superada por sus fracasos, se miraba en el espejo del negocio del Padre, era flaca pero tenía unas tetas inmensas, le faltaba un cartel que dijera: “Se Vende”. Conoció al hijo del socio de su Padre. Eran de la misma edad, concertaron una cita, que más que cita fue un sillón donde ninguno pensó en comer.
   Se casaron por Civil, porque Silvia era judía. Planearon un viaje a España, Silvia y Gacho de luna de miel, los amigos los siguieron. Los demás para encontrar minas y vender arteinsanías. Fueron los primeros en fabricar tarros chicos con aire de distintos lugares, hicieron guita.
   Cuando llegaron a las Baleares, Gacho estaba tan cansado que se durmió en la arena. Las Baleares los recibieron sin vegetación, pero con piedras que la partían. Eran todos hombres alrededor de un fuego, había pipas con hachís, que Silvia no había probado. Le vino bien, estaba triste porque Gacho se durmió, eran todos hombres y ella la única mujer, eso revirtió su depresión.
   Un amigo, cercano a Gacho, la invitó a subir a su moto, No terminó la invitación que ella ya estaba arriba. La llevó a un lugar extraño, una cueva de tamarindos. Bajaron de la moto y Pedro la tomó de una mano y se metieron en un buraco del tamarindo. Ni palabra se dijeron. Pedro era Acróbata y Silvia, Bailarina.
   Silvia decía que su primer día de luna de miel, fue un concierto. Volvieron de día y Gacho seguía durmiendo. El consejo de Pedro fue que lo montara, para domarlo. Así Gacho se despertó bien dispuesto, pero la vida está llena de contradicciones. Silvia cayó con parte de Gacho, adentro de su boca, durmió con chupete dos días.
   Estaba tan hinchado, nadie quería tironear, le inyectaron por el rictus de la boca de Silvia, aceite de oliva con jabón de lavarropas, le dieron una vuelta y después la vuelta entera. Gacho no lo pudo creer, quedó como un ñoqui elongado. Lo vendó con cicatul, una Enfermera de Argelia: 
—Usted tendrá que hacer una rehabilitación, cuando por fin esté curado, querrá tenerme consigo. Le puedo dar un consejo, dele un tiempo a su libido y de esa mujer, proceda de inmediato con el divorcio. Después de todo esto, si quiere darse una vueltita, hacemos una nueva rehabilitación, pero esta vez apasionada.    

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